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lunes, 12 de noviembre de 2007

La aventura del Volcán Pacaya.

Al día siguiente ya me sentía bastante mejor de mi oido, aunque no totalmente recuperado así que me quede viendo la tele en la habitación del hotel mientras Vivu se iba a visitar por su cuenta un poco la ciudad y a contratar una de las excursiones que a la postre más nos impactó de todas: la que hicimos al Volcán Pacaya aquella misma tarde.

Para llegar al mismo primero teníamos que hacer un montón de kilometros en autobús por unas carreteras bastante malas (no por el firme que era bueno sino por las infinitas curvas que tuvimos que soportar que a más de uno le hicieron arrepentirse de haber comido antes de montarse al bus)

Llegamos a la entrada del parque nacional donde se encuentra el volcán y la verdad es que el tiempo allí era tan desapacible con todo el cielo completamente cubierto por nubes que amenzaban con descargar de un momento a otro que casi apetecía darse la vuelta y dejarlo para otra ocasión.

Afortunadamente no nos amedrentamos y rápirdamente nos pusimos a subir las cuestas que tras una hora y pico de caminata habían de llevarnos al lado del cono del volcán:





Como podeis ver en la foto eramos un grupo bastante numeroso por lo que cada uno subía más o menos al ritmo que podía aunque el guía cada tanto iba frenando a los más rápidos para que no se desmadrara la cosa demasiado. Por suerte eramos todos bastante jovenes y excepto una chica bastante gruesa que a los 10 minutos se dio la vuelta pq decía que tenía problemas cardiacos y que no podía hacer tanto ejercicio los demás aguantamos bastante bien.

Ya desde bien abajo se podía empezar a divisar la lava fluyendo a lo lejos por la ladera del volcán lo que nos daba fuerzas para seguir pese a que las condiciones climáticas eran cada vez más desalentadoras:





Tanto lo eran que llego un momento, más o menos a la mitad del camino, en que se largo a llover, primero tímidamente y luego con una fuerza bastante considerable, lo que como os podeis imaginar no eran las mejores condiciones posibles para alguien con unas decimas de fiebre y un oido infectado con un tímpano roto:



No obstante ya habíamos avanzado tanto que podíamos ver la lava perfectamente a unos cuantos de metros, así que por supuesto no nos ibamos a desanimar ahora y seguimos subiendo y subiendo pese a todos los inconvenientes.



Ya estabamos muy cerquita de la altura máxima a la que nos permitían subir (demasiado alto incluso para considerar que fuera 100% seguro pues como vereis más adelante la lava llegaba hasta nuestros mismísimos pies) cuando de repente como por arte de magia las nubes se empezaron a abrir y ante nosotros se mostró en toda su belleza otro de los volcanes cercanos que estoicamente soportaba el paso de la historia:



También a nuestras espaldas, en la leganía se empezaba a vislumbrar Ciudad de Guatemala ,la misma que visitaríamos unos días más tarde (aunque no tan a fondo como nos hubiera gustado y sin duda se merecía).



Y así, casi como el que no quiere la cosa habíamos llegado a la mismísima altura del rio de lava que descendía lentamente por las escarpadas laderas del volcán:





El suelo a nuestros pies estaba muy caliente y nuestras botas empezaban a tomar temperaturas elevadas. Era increible estar allí pues si te fijabas con detenimiento por debajo del suelo en el que pisabas podías ver todavía restos de lava sin solidificar:



Y si ya estabamos poco emocionados de por si, de repente empezamos a escuchar un gran estruendo y al volver la cabeza para ver que era lo que producía el ruido, nos dimos cuenta de que el volcán estaba en plena erupción escupiendo fuego en grandes explosiones:



Pese a los avisos del guia que nos gritaba a todos para que salieramos de allí pues ál parecer podía ser bastante peligroso (de hecho nos dijo que habíamos tenido muchísima suerte pues no era nada habitual ver ese espectaculo), guiados sin duda alguna por nuestra inconsciencia permanecimos sin descender el tiempo justo para grabar algunos videos:





Y como no, para tomarnos alguna foto más al lado del hermoso manto naranja que corría al lado nuestro:







Finalmente hicimos caso al guia que no paraba de gritarnos desde más abajo y empezamos a descender por la fascinante ladera de roca volcánica que te hacía sentir como si estuvieras en la luna:



La claridad era cada vez menor, por lo que el espectáculo del volcán visto ya a cierta distancia era majestuoso:






De repente reparamos en el hermosísimo atardecer que estabamos disfrutando, especialmente cuando fijabamos la vista en el volcán vecino:





A medida que pasaba el tiempo, las nubes iban engullendo más y más el volcán, y nosotros maravillados no podíamos dejar de mirarlo pese a que la mayoría de la gente de nuestro grupo hacía ya tiempo que había iniciado el camino de regreso a la entrada del parque donde nos esperaba el autobús:





Cuando las nubes acabarón por cubrir todo el volcán continuamos bajando pero a cada paso que dábamos más hermoso nos parecía el Pacaya, sin duda pq la luz era cada vez más tenue lo que aumentaba el dramatísmo de la lava cayendo por las laderas del mismo:





La oscuridad además trajo consigo el que miles de luces en Ciudad de Guatemala se fueran encendiendo poco a poco, dando lugar a una espectacular vista desde la distancia a la que nos encontrabamos:





Y poco más que contar de esta aventura. La oscuridad nos rodeo completamente, así que tuvimos que hacer el camino de vuelta prácticamente a oscuras, sólo ayudados por la linterna del guía que se había quedado a esperarnos (pero de muy buen humor no vayais a pensaros otra cosa).

Cuando llegamos a la salida del parque todo el mundo estaba ya abajo esperándonos, así que casi sin tiempo para decir "esta boca es mía" ya estabamos en el autobús de vuelta a la mágica ciudad de Antigua.

martes, 4 de septiembre de 2007

Llegada a Nicaragua: Isla de Ometepe

La nueva frontera fue la de Nicaragua. Ya ni nos acordamos de como se llamaba el sitio exacto por el que la cruzamos, pero está totalmente niítido en nuestra memoria el recuerdo del caos que había en la misma y el agobio que sentimos con las (literalmente) decenas de personas que nos asaltaban bajo una intermitente lluvia para cambiarnos Córdobas (moneda oficial de Nicaragua) o para ofrecernos transporte para ir a Rivas, la localidad más cercana de cierta importancia.



Finalmente arreglamos un precio bastante bueno con un tipo de allí que no pesaba menos de una tonelada pero que estaba delgado en comparación con su señora que también nos acompañó en el viaje. En lugar de ir a Rivas fuimos hasta San Jorge, un pueblito a escasos 10 kms de la primera desde donde se tomaban los ferris a la isla de Ometepe que era el primer sitio que teníamos marado en nuestro mapa de cosas que queríamos visitar en Nicaragua.

Hicimos noche en San Juan. Una localidad muy pequeña donde se respiraba una tranquilidad muy agradable y donde empezamos a percibir la amabilidad y calidez que ya nunca dejamos de sentir hacia nuestras personas por parte de cuanto Nicaraguense nos fuimos encontrando a nuestro paso. Del pueblo nada en absoluto que reseñar. Una iglesia, una pequeña plaza y un parquecito que fue lo que más nos gustó pues en la clara noche que disfrutamos después de todo un día de lluvía lucia la mar de coqueto:



No obstante tampoco empleamos mucho tiempo en disfrutarlo pues al día siguiente tomabamos el primer ferry de la mañana y el viaje había sido extenuante, por lo que nos fuimos a dormir bastante temprano.

Tras un sueño reparador (aunque como siempre escaso) ya estabamos en el muelle dispuestos a surcar las aguas del lago Nicaragua con destino a la isla de Ometepe.



Pese a que el cielo estaba absolutamente nublado y la lluvia era inminente, el trayecto hasta la isla fue hermosísimo, y ya desde la distancia empezamos a constatar que los que nos habían exaltado la belleza del lugar no estaban exagerando ni un ápice:





Trás poco más de una hora de navegación ya habíamos desembarcado en la isla en una población conocida como Moyogalpa, la principal de Ometepe, desde la que pusimos rumbo a un lugar conocido como Altagracia donde fijamos nuestra base de operaciones en un hotelito muy bonito.



La singularidad y belleza de Ometepe reside en que está formada practicamente en su totalidad por los conos de dos volcanes (el Concepción y el Maderas) que se elevan por encima de las aguas del lago Nicaragua y que como podeís ver en el dibujito de más arriba están unidos por una pequeña franja de tierra, lo que hace que estés donde estés siempre vas a tener la posibilidad de contemplar al menos uno de dichos volcanes.



Además como es lógico al tratarse de una isla, las aguas del lago Nicaragua rodean toda la isla, así que lo primero que hicimos fue irnos a disfrutar de las mismas a una playita natural cercana a Altagracia, donde nos dimos un bañito con el volcán Maderas vigilando a nuestras espaldas todos nuestros movimientos:





Tras disfrutar de un delicioso almuerzo en un restaurantito muy humilde pero con unas vistas al lago increibles, pasamos toda la tarde en la playa que estaba prácticamente desierta:



Y allí fue donde tuvimos la suerte de ver por primera vez un tipo de árbol que a partir de aquí iba a ser parte habitual del paisaje en nuestra travesía por toda centroamérica hasta la mísmisima Cuba. Pese a que en cada pais se le conoce por un nombre diferente, para nosotros será siempre el "Malinche" pues así es como se conoce en Nicaragua a este hermosísimo arbol que da unas hojas rojas como la sangre y que crece de una forma tan espectacular como esta:



Tanto nos gustó que pasamos un buen rato haciendole fotos, de las cuales os dejamos aquí un par de ejemplos:





Tras pasar casi toda la tarde en la playita, volvimos a Altagracia donde nos fuimos a dormir bastante temprano (eso si, después de disfrutar de una buena cena) pues al día siguiente teníamos que levantarnos bastante temprano para realizar la ascensión al volcán Maderas (nos decidimos por este pq pese a ser el más bajo de los dos estaba totalemente inactivo lo que nos permitia escalarlo hasta su cima al contrario que el Concepción que por presentar actividad sólo se podía subir hasta la mitad).

No se a que hora exactamente nos levantamos al día siguiente, lo que si que recuerdo es que una hermosísima luna llena reinaba en el cielo sin que ni un tímido rayo de sol la molestase en su empeño por mostrarnos una increible vista de los dos volcanes de la isla iluminados únicamente por su luz plateada.

Cuando llegamos al lugar donde se iniciaba la ascensión al Maderas ya había amanecido y la verdad es que podíamos haber dormido un poco más pues nos enteramos allí mismo que debido a la muerte de dos turistas (uno yanqui y el otro australiano si no recuerdo mal) no hacía demasiado tiempo, la subida por libre estaba prohibida y era necesario contratar los servicios de un guía para realizarla; guía que por otra parte no lleagaría hasta una hora y pico más tarde.

Matamos el tiempo disfrutando del paisaje y haciendo fotos a todo lo que nos llamaba la atención:



Así que casi sin darnos cuenta se nos pasó el tiempo y una vez nos pusimos de acuerdo con el guía sobre el precio, ya estabamos subiendo por las faldas del volcán, donde lo primero que nos encontramos fue una enorme cantidad de monos enmascarados que parecía que venían a darnos los buenos días a tan temprana hora de la mañana:



Y de ahí nada más que subir y subir por las cada vez más escarpadas pendientes del volcán, atravesando de tanto en tanto cultivos de mango o cacao, pues las fertiles tierras de las laderas del volcán hacían que su producción agricola fuese importantísima según nos comentó nuestro guía.

La vegetación era espesísima así que fue una sorpresa enorme, cuando nos encontramos con un claro en el camino conocido como el mirador desde el que se tenía una vista del otro volcán de la isla que literalmente quitaba el aliento:





El de la foto de abajo que acompaña sonriente a Vivu es, como podeís imaginar, nuestro intrepido guía y a la vista de la misma, puede que lo de la falta de aliento no fuese sólo por la vista, sino que la verdad es que echando la vista atrás recuerdo que subimos el volcán a una velocidad de vértigo sin apenas hacer parada alguna.

Aunque lo más curioso de la aventura estaba aún por llegar. Resulta que como el volcán ya no estaba activo, en su boca se había formado un hermoso lago natural a las orillas del cual disfrutamos de un merecido almuerzo consistente en sandwiches de atún regados con una deliciosa botellita de agua mieneral que pese a que pueda parecer bastante simple, a nosotros tras la paliza de la subida nos supo mejor que el caviar iraní (si es que eso sabe bien).





Hubo algún valiente que incluso se atrevió bañarse. De hecho la mitad de la expedición (sin contar el guía) lo hizo. La otra mitad usó excusas tan débiles como que no se había llevado bikini y pamplinas por el estilo =P:



Eso si, como contrapartida, la susodicha mitad "no acuatica" estuvo muy activa subiendose por los árboles para explorar que se podía ver más allá de la espesa vegetación que nos rodeaba:



Y poco más que contar de la aventura en el volcán aparte de que aunque resulte dificil de creer la bajada sobre todo al que escribe estas líneas le resultó incluso peor que la subida, pues a las prisas por llegar antes de una determinada hora abajo para coger el autobús que había de devolvernos a Altagracia se unió el hecho de que todo el camino era un resbaladosísimo barrizal por lo que acabé más de una (y de dos veces) con el culo lleno de barro como consecuencia de caídas.

Justo antes de tomar el autobús ocurrió un triste suceso (aunque nosotros no nos dimos cuenta hasta el día siguiente cuando ya íbamos en el ferry camino de vuelta a San Juan. Resulta que un "pequeño" despiste hizo que Vivu se olvidara su cámara en algún punto entre la siguiente foto (tomada a 50 metros de donde cogíamos el autobús) ...



... y la habitación del hotel en el que nos alojábamos que a la mañana siguiente todavía sin reparar en la falta de la cámara tan exhaustivamente revisamos. Con esta ya eran 3 las cámaras que por uno u otro motivo (robo, avería y ahora pérdida pura y dura) habían ido quedando por el camino. En principio pensamos en comprar otra pero como os podeís imaginar Nicaragua no es precisamente el lugar donde llega la tecnología más puntera y más barata así con el paso del tiempo y a la vista de que nuestra producción fotográfica no disminuía por el hecho de tener sólo una cámara, decidimos que ibamos a seguir sólo con mi Canon hasta el final del viaje.

El resto de la tarde la pasamos recuperandonos de la paliza del día sin hacer nada especial aparte de maravillarnos con la sencillez y la belleza de las gentes y los paísajes de la isla:



Al día siguiente volvimos a tomar el primer ferry de la mañana pero esta vez en sentido inverso pues nuestra intención era atravesar la mitad de Nicaragua para (cuanto menos) dormir en la ciudad de Granada, previo paso por la capital Managua en la que no teníamos intención alguna de parar a conocer: