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martes, 9 de octubre de 2007

Copán: primer encuentro con la cultura Maya

Nos levantamos, una vez más, demasiado temprano. El ferry que había de llevarnos de vuelta al continente salía a las 6 de la mañana (el siguiente no partía hasta el medio día) y los tickets sólo se vendían antes de embarcar, así que a las 6 menos 20 ya estabamos con todo el equipo haciendo la cola para comprar los nuestros.

Había tanta gente esperando en la ventanilla que por un momento pensamos que nos ibamos a quedar sin sitio en el barco. Afortunadamente no fue así y a eso de las 6 y 20 ya estabamos abandonando el puerto de Utila para llegar una hora después más o menos a La Ceiba.

Por delante nos quedaba una jornada agotadora antes de llegar a nuestro destino: Copán Ruinas, la ciudad situada al lado del sitio arqueológico de Copán que pretendíamos visitar al día siguiente. Tras innumerables transbordos, a la altura del mediodía ya habíamos llegado a San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras y sin lugar a dudas una de las más feas y desagradables por la suciedad de sus calles y lo horrible de su arquitectura.

No obstante, tampoco es que nos quedaramos mucho tiempo para admirar sus encantos ya que tan pronto como llegamos nos tomamos un bus urbano buscando de la terminal de autobuses desde la que se partía al pueblo al que teníamos que ir para hacer el transbordo hacia las ruinas (aquí los taxistas que estaban en la estación a la que llegamos nos intentaron timar una vez más jurandonos por la salud de sus hijos que no había otra forma de llegar a la estación más que por medio de un taxi que nos querían vender a precios ridiculamente altos. Por supuesto que tras preguntar a un par de paisanos encontramos el "inexistente" bus y por una cantidad muchísimo menor llegamos al lugar deseado).

Ya estabamos en el penultimo pueblo antes de Copán Ruinas y a nuestras espaldas quedaban incontables transbordos e interminables horas de viaje. Viendo que nuestro destino estaba ya tan cerca nos relajamos un poco y nos pusimos a hacer fotos a las cosas que veíamos como el ritual que se formaba en cada parada de autobuses con un montón de gente intentando vender sus productos por las ventanillas o metiendose directamente en el bus con toda clase de refrigerios.



Por fin, después de cruzar medio pais en un día llegamos a nuestro destino:la ciudad de Copán Ruinas , una pequeña localidad situada a escasos kilometros del sitio arqueológico en la que pretendíamos descansar antes de visitar al día siguiente el mismo.

Una vez que conseguimos alojamiento nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo que tampoco es que fuera nada del otro mundo, pero por comparación con San Pedro Sula y Tegucigalpa Tegucigalpa nos pareció hermosísimo:







Tras informarnos de que las ruinas se podían ver perfectamente en un día, como el pueblo tampoco tenía mucho más que ofertar, decidimos contratar un transporte privado que por 10 dolares cada uno se comprometía a llevarnos al día siguiente hasta la ciudad de Antigua , en la vecina Guatemala.

Para llegar a una hora medio decente a Antigua al día siguiente teníamos que salir de Copán antes de las 14 de la tarde lo que significaba que como mucho teníamos hasta las 13 para visitar el sitio arqueológico, lo que a su vez quería decir que al día siguiente nos esperaba otro madrugón considerable, así que tras conseguir algo de cena y ver un rato la tele en la habitación de nuestro hotel ya estabamos durmiendo intentando recuperar algo de fuerzas para el día que se avecinaba.

Dicho y hecho. A eso de las 7 de la mañana nos despertamos y tras un frugal desayuno nos pusimos en camino rumbo al complejo arqueológico de Copán, el cual estaba situado a unos 3 kms de la ciudad y al que se llegaba caminando en menos de media hora. Como teníamos tiempo antes de que abriera el sitio decidimos darnos el paseo, pese a que los timadores de siempre (lo de los taxistas es universal, son unos auténticos h...) nos asegurasen que el sitio estaba a mucha más distancia y que nos iba a llevar varias horas llegar hasta allí si no era en coche.

Nosotros les ignoramos y cual Dorothy en El mago de Oz, nos dispusimos a seguir nuestro camino de baldosas (que este caso no eran amarillas sino blancas) que había de llevarnos hasta las mismisimas puertas de las ruinas de lo que un día fue una de las más importantes ciudades del imperio Maya.





Las ruinas de Copán fueron las primeras ruinas Mayas que ibamos a visitar en los meses venideros y quizás por eso las recuerdo con especial cariño. Luego hubo otras más imponentes (las de Tikal por ejemplo) aunque también algunas decepcionantes (como las de Chichen Itza, que no es que no fueran majestuosas, es que con todo el bombo que le habían dado con la pantomima esa de las Nuevas maravillas del mundo, nos dejaron bastante frios), pero en definitiva estas fueron las primeras y recuerdo perfectament como me quedé maravillado por el excelente estado de conservación que presentaban así como por la altura de sus edificios.

Para que os hagais una idea de como debió ser la ciudad en los tiempos de los Mayas aquí os dejamos una foto que le hicimos a una maqueta que había a la entrada del sitio, donde se puede apreciar la grandeza del lugar:



Los edificios que se ven en la maqueta son los que corresponden al grupo principal de la ciudad en los que ahora mismo se centra el estudio de los arqueólogos, aunque sólo corresponde con una pequeña parte de lo que debió ser realmente la ciudad ya que se estima que no se ha rescatado ni un 10% del total de lo que debió ser Copán hace siglos.

Ya dentro del sitio, lo primero que nos llamó la atención era lo bien conservado que estaban los edificios sobre todo si los comparabamos con las ruinas Inca que habíamos visitado por toda Sudamérica:







La explicación de este fenómeno estaba en la propia historia de la cultura Maya y en, como consecuencia de dicha historia la no actuación de los españoles. Al parecer la decadencia de los Maya no se produjo por otro fenómeno más que por su crecimiento descontrolado. En la ciudad de Copán llegaron a vivir más de 25.000 personas por lo que llegó un momento en que resultó imposible el alimentarlas (y sobre todo darles de beber) a todas, lo que produjo un abandono de los principales núcleos urbanos en busca de condiciones más favorables para la vida. Esto hizo que cuando los españoles llegaron a sus dominios, la mayoría de las ciudades estaban ya abandonadas por lo que no se produjeron enfrentamientos y en muchos casos ni tan siquiera llegaron a ser descubiertas ya que la maleza las cubría totalmente.

Pero volviendo a lo que nos ocupa, tuvimos la suerte de ser las primeras personas que llegamos al sitio arqueológico por lo que pudimos disfrutar del mismo practicamente en exclusiva, sin tener que soportar las hordas de turistas que llegarían en unas horas, por lo que nos pudimos pasear por el juego de pelota (como lo hace si os fijais Vivu en una de las fotos de más arriba) o disfrutar de la escalinata de los jeroglíficos en total paz y armonía:







La escalinata de los jeroglíficos que podeis ver más arriba es una de las construcciones más impresionantes del sitio. En la misma se sospecha que puede estar escrita la historia completa de la ciudad y sus enfrentamientos con otras ciudades, y digo se sospecha pq todavía no se han podido desfricar exactamente que significan exactamente los jeroglíficos, pero la teoría aquó expuesta es la más aceptada.

Tras admirar la escalinata de los jeroglíficos, subimos a un templo desde el que se podía disfrutar del sitio arqueológico desde las alturas:





Además, una de las cosas que más nos gustó de Copán era la cantidad de detalles en forma de relieves, estatuas etc que habían aguantado perfectamente el paso del tiempo y que aquí se nos mostraban en todo su esplendor en cada templo o edificación a la que accedíamos:

















Y así paseando y perdiéndonos entre la magnífica ciudad Maya llegamos al otro Juego de pelota que se había restaurado de la ciudad, auténtico antecesor del baloncesto moderno en el que dos equipos luchaban por con sus hombros, muslos y cabeza introducir una pelota de no se sabe muy bien que material por un diminuto círculo de piedra que sobresalía de las paredes. Los jugadores eran auténticos elegidos y los perdedores eran sacrificados lo cual al parecer para ellos era todo un honor (en realidad no tenemos muy claro si los sacrificados eran los que perdían o los que ganaban pues en cada sitio Maya que visitabamos nos decían una cosa distinta:



Después de esto llegamos a otro de los lugares más emblemáticos del yacimiento arqueológico: el cementerio, todo rodeado de templos dedicados a la muerte y del cual se habían extraido numerosos restos humanos así como ofrendas dedicadas a los distintos dioses Maya:



Y fue precisamente aquí donde nos dimos cuenta de que Vivu era en realidad la reencarnación de una hermosa diosa Maya, pues el parecido con la misma era asombroso:



Increible ¿verdad?. Después de este hallazgo lo único que nos quedaba por visitar era el famoso altar de piedra donde se representaban a los 16 gobernantes que había tenido la ciudad y un montón de jeroglíficos con su historia, aunque la mayoría de ellos todavía no habían sido descifrados:



Con tiempo más que de sobra para volver a la ciudad a tiempo para recoger nuestras cosas del hotel nos dirigimos felices a la salida del sitio arqueológico donde nos paramos a ver unos curiosísimos loros en los que ya habíamos reparado a la entrada pero a los que no pudimos dejar de hacerles unas cuantas fotos pues sus hermosos colores nos fascinaron:



Y desandando el mismo camino de baldosas blancas por el que habíamos llegado nos volvimos a Copán Ruinas a comer algo y a enfilar rumbo a la siguiente estación en nuestro viaje: Guatemala.



Poco más nos quedaba por conocer en Honduras, quizás el pais de todos los que visitamos que menos nos gustó (alguno tenía que ser). En su descargo decir que todavía la nación no se había recuperado totalmente de los devastadores efectos del huracán Mitch y que eso se notaba perfectamente en la sensación de inseguridad y desorganización que se sentía en sus grandes ciudades. Esperamos en un futuro volver a este por otro lado tan hermoso pais para quitarnos este mal sabor de boca pq estamos seguros que el mismo va a ir para adelante y que dentro de poco será un auténtico placer recorrer sus rutas. Por otro lado tiene auténticos tesoros como la isla de Utila para los amantes del buceo o el propio Copán por lo que a poco que las cosas les salgan un poco bien a los hondureños seguro que la cosa va a cambiar para muchísimo mejor.

Para despedirnos de Honduras, nos quedamos con el detalle de sus matrículas que encierran un mensaje que todos deberíamos seguir especialmente en estos tiempos inciertos de cambios climáticos y demás barbaridades:

miércoles, 3 de octubre de 2007

La Ceiba y Utila: Buceando en el caribe hondureño

Tras abandonar Tegucigalpa con un horrible sabor de Boca cruzamos de un golpe todo el pais para llegar a La Ceiba, una de las ciudades más grandes de Honduras situada a las orillas del mar Caribe desde la que pretendíamos tomar un Ferry para ir a la isla de Utila, el paraíso de los buceadores.

Llegamos a la ciudad a eso de las 16 de la tarde y nos enteramos que ya no había ningún Ferry para ir a Utila hasta el día siguiente por lo que rápidamente nos pusimos manos a la obra en la busqueda de un lugar donde pasar la noche. Mientras preguntabamos por los distintos hoteles pasamos por la plaza principal del pueblo donde tenían el buen gusto de tener colocada una estatua al mísmisimo Miguel de Cervantes con el que por supuesto cayo foto:



Mientras buscabamos alojamiento nos encontramos con una pareja de ingleses con los que desde entonces hasta nuestra marcha de Utila compartiríamos bastantes buenos momentos. Al final acabamos todos alojados en el mismo hotel y quedamos para a la mañana siguiente ir juntos al puerto a tomar el Ferry.

Una vez instalados nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad y a buscar algún sitio para comer. La Ceiba era un lugar muchísimo más agradable que Tegucigalpa para pasear aunque había que andarse con cuidado con donde se apoyaba uno:





La tarde pasó placidamente. Cenita en un chino local, y a dormir tempranito que nuevamente tocaba supermadrugón al día siguiente.

Día que llegó veloz y casi sin darnos cuenta ya estabamos en el puerto subidos en el ferry navegando hacia Utila.



Hacía un viento terrible así que el mar estaba muy picado y la verdad es que el que escribe lo pasó bastante mal en el viaje en ferry. Afortunadamente logré mantener la compostura y mantener a raya a todos los fluidos que luchaban por salir de mi cuerpo, dando un enorme suspiro de alivio cuando por fin pisamos tierra firme de nuevo.

Utila como ya os hemos comentado es el paraíso de los buceadores. Casi la totalidad de la isla se mantiene de dar servicios a los amantes de esta práctica y hay decenas de escuelas de buceo que compiten ferozmente unas con otras para captar clientes, así que bucear en Utila es uno de los sitios más económicos que existen el mundo.



Además es una isla en pleno mar Caribe con todo lo que ello conlleva por lo que el entorno en el que está situada es paradisíaco:



Vivu iba con la idea de sacarse el grado avanzado de buceo para poder bucear hasta a 30 metros de profundidad, en el interior de cuevas, por la noche y no se cuantas cosas más. Yo por mi parte con mi "open waters" y mis 18 metritos a la luz del día iba más que sobrado así que decidimos que ella buceara los tres días que duraba el curso mientras que yo lo haría sólo el último, dedicando el resto del tiempo a algo que realmente necesitaba: descansar.

Así que el día que llegamos tras comer algo nos fuimos cada uno por nuestro lado. Ella a bucear y yo a dormir. Después nos juntamos de nuevo para cenar algo y luego Vivu se puso a estudiar (otra de las razones por las que no me apetecía hacer el curso) y yo me puse a hacerle fotos a las chorradas que veía por la habitación y a leer un poco.





Al día siguiente hicimos lo mismo. Vivu se marchó a bucear y yo me quedé recuperando fuerzas durmiendo y comiendo un buen pescado en un restaurantito de la zona. Cuando me aburrí me fui a una playita muy bonita que había a las afueras del pueblo y en general le hice fotos a todo aquello que me llamó la atención.











Vivu volvia emocinada contandome los sitios increibles que había visto y lo espectacular que era bucear de noche, experiencia que ella definía como estar flotando en el espacio exterior con las decenas de destellos y brillos que se percibían en la negrura de la noche. Yo por mi parte feliz de por fin haber parado un par de días a descansar un poco así que todos contentos.

Y por fin llegó el día en que yo tb fui a bucear. La verdad es que Vivu me había puesto los dientes largos y tenía bastantes ganas. Además cuando ella contrató el curso el monitor nos dijo que nos iba a prestar una cámara para poder hacer fotos digitales bajo el agua y estabamos bastante emocionados por esa posibilidad.

Aunque la emoción nos duró bastante poco pq el tío nos dijo que no iba a poder ser pq se le había olvidado recargar las pilas la noche antes. Pese a que llevabamos una cámara analógica especial que habíamos comprado en Panamá para la siguiente vez que bucearamos juntos sacarnos unas fotos nos entró un bajón terrible y le metimos una buena bronca al monitor. Hasta tal punto que el tío fue a poner a recargar las pilas mientras nosotros (junto a otros 15 tíos lo menos que ibamos a bucear) comprobabamos y nos poníamos el equipo.

Menos mal que llevabamos la cámara del monitor pq la analógica no duró ni 5 segundos. Nada más sumergirme en el mar la fuerte corriente que había aquel día arranco la cinta deplástico que la unía a mi muñeca y allí se fue a conocer el fondo de las profundidades marinas donde se sumergió para siempre.

Por suerte con lo poco que se habían cargado las pilas fue suficiente para sacar un montón de fotos de nuestra experiencia submarina:













Incluso nos dió tiempo a hacernos una foto de familia con los chicos ingleses que habíamos conocido en La Ceiba y que ahora no me acuerdo de como se llamaban:



Y nada ahí seguimos bucea que te bucea, disfrutando de la experiencia ...







Hasta que de repente me di cuenta que mi tanque de oxígeno estaba casi vacío. Maldición, los del resto de la gente estaban bastante llenos así que tuvimos que poner en práctica lo aprendido en las clases y desde ahí compartí oxígeno del tanque del monitor.





Al poco rato subimos a la superficie y al parecer una de las razones por las que había gastado tan rápidamente el tanque es que al monitor se le había ido la pinza y habíamos bajado 3 o 4 metros más allá de los 18 permitidos (para mi) y a esa profundidad al parecer, o controlas muy bien la respiración o el oxígeno vuela.

De cualquier forma estabamos felices por las fotos que habíamos sacado así que no nos importó mucho el haber estado un poco menos de tiempo del normal debajo del agua.

Ya en la superficie, antes de la segunda inmersión del día (que cada uno ibamos a hacer ya por nuestra cuenta pues Vivu tenía que hacer cosas de su curso) nos hicimos unas fotillos en la cubierta del barco.

Allí además le comenté mi extrañeza a los monitores que había por allí de que al ecualizar (algo así como sonarse lo mocos pero con la nariz tapada para compensar la presión en los oidos) me salía aire de uno de los oidos. Ellos se mostraron muy extrañados y me aseguraron que no podía ser que tuviera el timpano roto, pq si fuera así se me llenaría de agua y los mareos serían inminentes. Unos meses después ya en tierras mejicanas un medico especializado en buceo definió como milagro de la ciencia el que yo hubiera podido realizar dos inmersiones con el oido en la condición en que la tenía: rotura de la ostia sin haber perdido totalmente el sentido del equilibrio dentro del agua.

Hicimos cada uno nuestra segunda inmersión donde hablando por lo que yo vi, disfruté increiblemente de las barreras de coral del caribe y tuve la suerte de entre otros muchos peces de divisar un tiburón de un tamaño bastante considerable.

Tras esto volvimos a tierra donde yo me fui directamente a buscar a un médico para que me mirara el oido mientras Vivu seguía con su curso que le iba a llevar el resto de la tarde. Lamentablemente era domingo por la tarde y al parecer ese día o te estas muriendo o no hay manera de que te vea un médico privado y el hospital público estaba en la otra punta de la isla a varias horas de trayecto así que tras intentarlo bastante decidí que ya veríamos a ese médico en días sucesivos.

El resto de la tarde Vivu la pasó buceando y yo leyendo y disfrutando de un hermoso atardecer más en el caribe hondureño.