Etiquetas

Argentina (28) Bolivia (14) Brasil (4) Chile (5) Colombia (2) Costa Rica (4) Cuba (1) Ecuador (5) Guatemala (6) Honduras (3) México (10) Nicaragua (4) Panamá (3) Perú (15) Uruguay (3)
Mostrando entradas con la etiqueta San Juan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Juan. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de septiembre de 2007

Llegada a Nicaragua: Isla de Ometepe

La nueva frontera fue la de Nicaragua. Ya ni nos acordamos de como se llamaba el sitio exacto por el que la cruzamos, pero está totalmente niítido en nuestra memoria el recuerdo del caos que había en la misma y el agobio que sentimos con las (literalmente) decenas de personas que nos asaltaban bajo una intermitente lluvia para cambiarnos Córdobas (moneda oficial de Nicaragua) o para ofrecernos transporte para ir a Rivas, la localidad más cercana de cierta importancia.



Finalmente arreglamos un precio bastante bueno con un tipo de allí que no pesaba menos de una tonelada pero que estaba delgado en comparación con su señora que también nos acompañó en el viaje. En lugar de ir a Rivas fuimos hasta San Jorge, un pueblito a escasos 10 kms de la primera desde donde se tomaban los ferris a la isla de Ometepe que era el primer sitio que teníamos marado en nuestro mapa de cosas que queríamos visitar en Nicaragua.

Hicimos noche en San Juan. Una localidad muy pequeña donde se respiraba una tranquilidad muy agradable y donde empezamos a percibir la amabilidad y calidez que ya nunca dejamos de sentir hacia nuestras personas por parte de cuanto Nicaraguense nos fuimos encontrando a nuestro paso. Del pueblo nada en absoluto que reseñar. Una iglesia, una pequeña plaza y un parquecito que fue lo que más nos gustó pues en la clara noche que disfrutamos después de todo un día de lluvía lucia la mar de coqueto:



No obstante tampoco empleamos mucho tiempo en disfrutarlo pues al día siguiente tomabamos el primer ferry de la mañana y el viaje había sido extenuante, por lo que nos fuimos a dormir bastante temprano.

Tras un sueño reparador (aunque como siempre escaso) ya estabamos en el muelle dispuestos a surcar las aguas del lago Nicaragua con destino a la isla de Ometepe.



Pese a que el cielo estaba absolutamente nublado y la lluvia era inminente, el trayecto hasta la isla fue hermosísimo, y ya desde la distancia empezamos a constatar que los que nos habían exaltado la belleza del lugar no estaban exagerando ni un ápice:





Trás poco más de una hora de navegación ya habíamos desembarcado en la isla en una población conocida como Moyogalpa, la principal de Ometepe, desde la que pusimos rumbo a un lugar conocido como Altagracia donde fijamos nuestra base de operaciones en un hotelito muy bonito.



La singularidad y belleza de Ometepe reside en que está formada practicamente en su totalidad por los conos de dos volcanes (el Concepción y el Maderas) que se elevan por encima de las aguas del lago Nicaragua y que como podeís ver en el dibujito de más arriba están unidos por una pequeña franja de tierra, lo que hace que estés donde estés siempre vas a tener la posibilidad de contemplar al menos uno de dichos volcanes.



Además como es lógico al tratarse de una isla, las aguas del lago Nicaragua rodean toda la isla, así que lo primero que hicimos fue irnos a disfrutar de las mismas a una playita natural cercana a Altagracia, donde nos dimos un bañito con el volcán Maderas vigilando a nuestras espaldas todos nuestros movimientos:





Tras disfrutar de un delicioso almuerzo en un restaurantito muy humilde pero con unas vistas al lago increibles, pasamos toda la tarde en la playa que estaba prácticamente desierta:



Y allí fue donde tuvimos la suerte de ver por primera vez un tipo de árbol que a partir de aquí iba a ser parte habitual del paisaje en nuestra travesía por toda centroamérica hasta la mísmisima Cuba. Pese a que en cada pais se le conoce por un nombre diferente, para nosotros será siempre el "Malinche" pues así es como se conoce en Nicaragua a este hermosísimo arbol que da unas hojas rojas como la sangre y que crece de una forma tan espectacular como esta:



Tanto nos gustó que pasamos un buen rato haciendole fotos, de las cuales os dejamos aquí un par de ejemplos:





Tras pasar casi toda la tarde en la playita, volvimos a Altagracia donde nos fuimos a dormir bastante temprano (eso si, después de disfrutar de una buena cena) pues al día siguiente teníamos que levantarnos bastante temprano para realizar la ascensión al volcán Maderas (nos decidimos por este pq pese a ser el más bajo de los dos estaba totalemente inactivo lo que nos permitia escalarlo hasta su cima al contrario que el Concepción que por presentar actividad sólo se podía subir hasta la mitad).

No se a que hora exactamente nos levantamos al día siguiente, lo que si que recuerdo es que una hermosísima luna llena reinaba en el cielo sin que ni un tímido rayo de sol la molestase en su empeño por mostrarnos una increible vista de los dos volcanes de la isla iluminados únicamente por su luz plateada.

Cuando llegamos al lugar donde se iniciaba la ascensión al Maderas ya había amanecido y la verdad es que podíamos haber dormido un poco más pues nos enteramos allí mismo que debido a la muerte de dos turistas (uno yanqui y el otro australiano si no recuerdo mal) no hacía demasiado tiempo, la subida por libre estaba prohibida y era necesario contratar los servicios de un guía para realizarla; guía que por otra parte no lleagaría hasta una hora y pico más tarde.

Matamos el tiempo disfrutando del paisaje y haciendo fotos a todo lo que nos llamaba la atención:



Así que casi sin darnos cuenta se nos pasó el tiempo y una vez nos pusimos de acuerdo con el guía sobre el precio, ya estabamos subiendo por las faldas del volcán, donde lo primero que nos encontramos fue una enorme cantidad de monos enmascarados que parecía que venían a darnos los buenos días a tan temprana hora de la mañana:



Y de ahí nada más que subir y subir por las cada vez más escarpadas pendientes del volcán, atravesando de tanto en tanto cultivos de mango o cacao, pues las fertiles tierras de las laderas del volcán hacían que su producción agricola fuese importantísima según nos comentó nuestro guía.

La vegetación era espesísima así que fue una sorpresa enorme, cuando nos encontramos con un claro en el camino conocido como el mirador desde el que se tenía una vista del otro volcán de la isla que literalmente quitaba el aliento:





El de la foto de abajo que acompaña sonriente a Vivu es, como podeís imaginar, nuestro intrepido guía y a la vista de la misma, puede que lo de la falta de aliento no fuese sólo por la vista, sino que la verdad es que echando la vista atrás recuerdo que subimos el volcán a una velocidad de vértigo sin apenas hacer parada alguna.

Aunque lo más curioso de la aventura estaba aún por llegar. Resulta que como el volcán ya no estaba activo, en su boca se había formado un hermoso lago natural a las orillas del cual disfrutamos de un merecido almuerzo consistente en sandwiches de atún regados con una deliciosa botellita de agua mieneral que pese a que pueda parecer bastante simple, a nosotros tras la paliza de la subida nos supo mejor que el caviar iraní (si es que eso sabe bien).





Hubo algún valiente que incluso se atrevió bañarse. De hecho la mitad de la expedición (sin contar el guía) lo hizo. La otra mitad usó excusas tan débiles como que no se había llevado bikini y pamplinas por el estilo =P:



Eso si, como contrapartida, la susodicha mitad "no acuatica" estuvo muy activa subiendose por los árboles para explorar que se podía ver más allá de la espesa vegetación que nos rodeaba:



Y poco más que contar de la aventura en el volcán aparte de que aunque resulte dificil de creer la bajada sobre todo al que escribe estas líneas le resultó incluso peor que la subida, pues a las prisas por llegar antes de una determinada hora abajo para coger el autobús que había de devolvernos a Altagracia se unió el hecho de que todo el camino era un resbaladosísimo barrizal por lo que acabé más de una (y de dos veces) con el culo lleno de barro como consecuencia de caídas.

Justo antes de tomar el autobús ocurrió un triste suceso (aunque nosotros no nos dimos cuenta hasta el día siguiente cuando ya íbamos en el ferry camino de vuelta a San Juan. Resulta que un "pequeño" despiste hizo que Vivu se olvidara su cámara en algún punto entre la siguiente foto (tomada a 50 metros de donde cogíamos el autobús) ...



... y la habitación del hotel en el que nos alojábamos que a la mañana siguiente todavía sin reparar en la falta de la cámara tan exhaustivamente revisamos. Con esta ya eran 3 las cámaras que por uno u otro motivo (robo, avería y ahora pérdida pura y dura) habían ido quedando por el camino. En principio pensamos en comprar otra pero como os podeís imaginar Nicaragua no es precisamente el lugar donde llega la tecnología más puntera y más barata así con el paso del tiempo y a la vista de que nuestra producción fotográfica no disminuía por el hecho de tener sólo una cámara, decidimos que ibamos a seguir sólo con mi Canon hasta el final del viaje.

El resto de la tarde la pasamos recuperandonos de la paliza del día sin hacer nada especial aparte de maravillarnos con la sencillez y la belleza de las gentes y los paísajes de la isla:



Al día siguiente volvimos a tomar el primer ferry de la mañana pero esta vez en sentido inverso pues nuestra intención era atravesar la mitad de Nicaragua para (cuanto menos) dormir en la ciudad de Granada, previo paso por la capital Managua en la que no teníamos intención alguna de parar a conocer:


lunes, 29 de enero de 2007

San Juan de Iruya

Como nosotros no nos ibamos a conformar con hacer lo que hace el 99% de los turistas e ir a visitar la cercana ciudad de San Isidro, ni cortos ni perezosos, la tarde de nuestra llegada a Iruya arreglamos con un guia local para que nos llevara a la población de San Juan a unas 4 horas y media caminando (y a la que solo se podía ir a pie pq no existía carretera alguna que condujera a ella), para lo que al día siguiente nos dimos un madrugón considerable y nos pusimos en marcha.

El camino a San Juan resulto ser una maravillosa experiencia en la que transitamos por increibles paisajes totalmente rodeados de montañas y disfrutando de la compañía del no excesivamente comunicativo Omar, nuestro guia, natural de la ciudad a la que nos dirigíamos:



Entre la poca información que le sacamos, estaba la de que en San Juan solo vivían 12 familias (todas ellas Kolla) para una población aproximada de 70 personas y que estaban totalmente incomunicados, sin electricidad, y obteniendo de fuera simplemente los productos que se podian llevar a lomo de burro desde Iruya.

Nos contó que cada familia se autobastecía con lo que les daba la tierra que plantaban y con el ganado que poseían.

Y así, caminando caminando, con Omar siempre al frente llegamos exhaustos a San Juan ...





... donde nuestro amable guia nos dirigió hacia la casa de la unica familia que ofrecía alojamiento a los turistas, la de la familia Zambrano - Ramos.

La experiencia en San Juan fue absolutamente impagable. La familia, compuesta por un matrimonio y sus 5 hijos (el mayor de unos 12 años) nos acogio de forma maravillosa. Comimos las deliciosas comidas que preparaba la señora sin dejar de sentirnos un poco incomodos pues nosotros lo haciamos en una mesa en nuestra habitacion mientras que ellos lo hacian en el suelo, vimos como los mas mayores ayudaban en tareas realmente duras: es increible ver como un crio que apenas te llega por la cintura despelleja un carnero recien carneado o como una pendeja de 7 años domina a pedradas perfectamente a 5 chivos y una oveja.

Tras pasar todo el mediodia y gran parte de la tarde paseando y admirando las montañas fuimos a hacer unas fotos del pueblo y os juro que por momentos nos sentimos como extraterestres, ya que literalmente eramos los dos unicos turistas que paseaban por sus calles y era graciosisimo ver como los niños nos seguian y cuando les mirabamos se escondian para que no les vieramos.

Eso si hubo una cria que nos abordo y nos pidio que le sacaramos una foto y luego despues nos pidio que le dejaramos la camara para que ella hiciera alguna. Os juro que era emocionante ver como la niña, que se llamaba Ayelene, miraba absolutamene incredula de que lo que ella veia en la pantallita de la camara de Vivu y lo que habia detras de la lente era lo mismo. No os exagero si digo que la cria saco 50 fotos en 15 minuntos. Todo le llamaba la atencion, desde un burro hasta su diminuto (aunque bravisimo) perro Pichi y todo lo inmortalizaba en una instantanea. La mentablemente la conexion es tan mala que no puedo subir mas fotos pero prometo que en el futuro pondremos alguna de las fotos que hizo la niña.

Tras todo esto nos dirigimos hacia la casa en la que parabamos acompañados de Ayelene que al parecer era familia directa de nuestros anfitriones. Nos extraño mucho saber que su madre no la dejaba ir a visitar a sus tios pq el dia antes nos habian estado contando que la comunidad Kolla era una piña y sin embargo en el lugar mas representativo de dicha comunidad ocurria esto. Y mas nos choco que al encontrarnos con su tio, que nos saludo a nosotros calidamente, no tuvo ni una mirada, ni una palabra para su sobrina.

Con un poco de sabor agridulce volvimos a la casa donde le preguntamos a Jacinta, nuestra anfitriona si siendo solo 12 familias tenian algun tipo de organizacion para coordinarse en lo que plantaba cada uno y su respuesta nos dejo helados cuando nos dijo que en el pueblo nadie se preocupaba por nadie, que no tenian ningun tipo de coordinacion y que si algun dia necesitaba ayuda para plantar unas simples patatas, tenia que pagarle a algun vecino pq de lo contrario nadie se la prestaba.

Todo esto nos choco con lo que nos habian contado en Iruya y nos dejo un poco tristes, aunque la tristeza se paso en cuanto aparecieron los niños de la familia y estuvimos juganodo con ellos a mil cosas hasta que se hizo tan de noche que no veiamos nada.



Cuando la cena estuvo lista, nos sorprendimos disfrutando de un maravilloso guiso de arroz y cordero a la luz de las velas (recordad que no habia electricidad en todo el pueblo), sintiendonos felices por estar en un lugar tan sencillo y especial.

A la mañana siguiente nos despertamos muy temprano con la intencion de ir a la vecina poblacion de San Isidro (sin sospechar la aventura que iba a suponer eso) y antes de partir nos hicimos una foto con Jacinta, la madre de esta increible familia, que tan bien nos habia acogido y los hijos que a esa hora estaban despiertos.





Estamos muy agradecidos a todos ellos por hacernos sentir tan maravillosamente bien en un lugar tan lejano, por su hospitalidad y por todas las cosas que nos contaron y de las cuales aprendimos tanto.