Etiquetas

Argentina (28) Bolivia (14) Brasil (4) Chile (5) Colombia (2) Costa Rica (4) Cuba (1) Ecuador (5) Guatemala (6) Honduras (3) México (10) Nicaragua (4) Panamá (3) Perú (15) Uruguay (3)
Mostrando entradas con la etiqueta Bolivia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bolivia. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de julio de 2015

Parque Nacional Amboró: un paraíso de la ecodiversidad en Bolivia


Panorámica de Parque Nacional Amboró, tomada desde el  Fuerte de Samaipata, en la regíon de Santa Cruz,  Bolivia.

El Parque Nacional Amboró, que fue creado en 1984, posee una extensión de 636.000 hectáreas y se encuentra localizado al oeste del departamento de Santa Cruz.

Comprende nueve municipios del departamento: Yapacaní, San Carlos, Buena Vista, Comarapa, Mairana, Samaipata, PampaGrande, ElTorno y Porongo. Además está ubicado en el denominado Codo de Los Andes, punto geográfico donde la Cordillera Occidental cambia de rumbo hacia el sur.
Esta formación de la cordillera es la causa de los diferentes climas del Parque: la zona norte es cálida y húmeda; el sur es seco y templado. En el Parque Amboró, convergen cuatro de las más importantes ecoregiones biológicas: los bosques húmedos de la Amazonía, los bosques y pampas de los Andes, los chaparrales secos del Chaco y las sabanas y arboledas del Cerrado.

Otra de sus características es la variedad de alturas, que van desde los 320 m.s.n.m, hasta los 3300 m.s.n.m, formando diferentes pisos ecológicos.

Todas estas peculiaridades hacen que este parque Nacional sea una de las regiones de mayor diversidad y de una extraordinaria riqueza biológica. En pocos lugares del mundo se pueden apreciar tantos y tan diferentes sistemas ecológicos; lo que convierten al Parque en un destino único.

viernes, 30 de marzo de 2007

Las ventanas del Lago Titicaca

Este post es un poco especial, ya que se salta la continuidad temporal que hasta ahora habíamos escrupulosamente respetado a lo hora de narrar nuestras aventuras por la majestuosa América del Sur para dar un saltito hacia atras y volver a las orillas del legendario lago Titicaca.

El otro día viendo juntos las fotos (ya miles) de lo que llevamos de viaje nos llamaron especialmente la atención las hermosas vistas que habíamos podido disfrutar desde los lugares en los que nos alojamos en nuestra visita al lago y comprobamos sorprendidos que no habíamos incluido ninguna foto de ellas en los post en los que hablamos sobre el mismo.

Ante tamaña afrenta no pudimos menos que decidir que para subsanarla teníamos que hacer un post especial en el que mostraríamos esas vistas y ese el el motivo por el que de golpe nos vamos de vuelta a las orillas del legendario lago empezando por el lugar en el que primera vez disfrutamos de su belleza:



Lo que podeís contemplar más arriba es el atardecer desde el hotel "El Mirador" en Copacabana, en el lado boliviano del lago. Disfrutar de estas vistas nos costó la módica cantidad de 20 bolivianos (2 euros) a cada uno, que en nuestra modesta opinión estuvieron excelentemente pagados.

Todavía sin salir de los límites de Bolivia, estuvimos un par de noches alojados en un lugar mucho más humilde en la Isla del Sol pero desde el que el espectáculo que teníamos al asomarnos a su ventana era cuanto menos tan hermoso como el del hotel en Copacabana:



Disfrutar de amaneceres tan hermosos como el de la foto de arriba significo para nuestros bolsillos, lo creais o no, la irrisoria cantidad de 10 bolivianos (1 euro) por barba, entre otras cosas pq la vida en la Isla del Sol todavía no se ha visto invadida por la lacra del turismo masivo y la fiebre por los euros y dolares de los visitantes.

Y ya en el lado peruano del lago, tuvimos la suerte de dormir en la Isla de Amantaní y si bien la vista desde el lugar en el que estabamos alojados no era tan espectacular como en los anteriores, bien merece la pena tener su lugarcito en nuestro blog pues también bellísima.



No podríamos exactamente precisar cuanto nos costó dormir en este ultimo alojamiento con la familia de paisanos amantaníes ya que contratamos un tour de dos días donde todo estaba incluido en el precio, aunque si que os podemos decir que después de la increible experiencia del Copacabana y la Isla del Sol, la agridulce de las islas peruanas nos dejó un poco frios.

lunes, 19 de marzo de 2007

Isla del Sol (La cuna de la civilización Inca)

Sin siquiera tiempo para almorzzar, abandonamos la ciudad de Copacabana en el techo de un barquito igual al que podeís ver en la foto de más abajo. Acompañados del contingente argentino surcamos las aguas del lago Titicaca a una velocidad tan ridicula que todavía me pregunto si nadando no hubíesemos llegado antes:

No obstante no nos quejamos en absoluto, pues de esta forma pudimos disfrutar con mayor calma de la belleza del lago.

Tras aproximadamente una hora y media de viaje por fin llegamos al puertecito situado en el lado Sur de la Isla del Sol, donde sus aguas cristalinas parecían invitar a que nos quedaramos.

Sin embargo nos habían comentado que la parte más hermosa era precisamente la Norte, así que tras una corta deliberación y posterior negociación con el dueño de una barca nos pusimos rumbo a dicho lado Norte por lo que de la parte Sur lo único que en realidad disfrutamos fue su entrañable embarcadero:

El viaje hacia el lado Norte fue a una velocidad aun menor que el anterior, pero en el mismo conocimos a Martín, un auténtico fenomeno de Buenos Aires con el que tan buenos momentos compartiríamos los dos días siguientes.

Nada más desembarcar empezamos a buscar alojamiento y conseguimos una habitación con unas excelentes vistas al lago por 10 bolivianos (1 euro) la noche. Nada más salir del alojamiento nos dimos cuenta de que no nos habíamos equivocado yendo al lado Norte pues el mismo se encontraba junto a esta magnífica playa:

Y allí pasamos la mitad de los que nos restaba de tarde. La otra mitad la empleamos en ir a buscar leña para hacer un fuego en la misma playa, que admás, tras la cena de unas exquisitas truchas pescadas en el mismo lago nos ayudo a combatir el frío que caía al anochecer acompañado de una guitarra que alguien sacó de nadie sabe donde y a cuyo son cantamos hasta bien entrada la noche.

A la mañana siguiente nos despertamos temprano (aunque no lo suficiente para ver partir a la mayoría del grupo de argentinos que tenían prisa por llegar a Cuzco para ir a ver Machu Picchu) con la firme intención de ir a visitar las ruinas Incas que había a pocos kms de donde habíamos dormido.

Acompañados de Daniel y Gabriela, los dos únicos argentinos que se habían quedado (además de Martín que se quedo solucionando no se que problemas con su casero) pusimos rumbo al lugar donde según la tradición se encontraba la roca sagrada de donde habían surgido Manco Capac y Mama Oclloo, los dos primeros Incas que poco después marcharon hacia lo que hoy es Perú para fundar la ciudad de Cuzco.

El camino hacía las ruinas resultó ser un agradable paseo en el que se podían apreciar paisajes bellísimos por un camino que discurría por la costa de la pequeña Isla:

Finalemente llegamos al lugar del origen de los Incas, aunque como ibamos sin guia ni nada, la roca sagrada nos pasó totalemente desapercibida por lo que llegamos caminando hasta el Palacio de Pilkokaina, que en su día fue una enorme templo donde se rendia culto al dios Sol.

Allí encontramos a un guía oficial que por la módica cantidad de 5 bolivianos (0,50 euros) nos explicó toda la historia del templo y de los fundadores del imperio además de curiosidades como que allí se encontraba la fuente sagrada a la que los Incas le tribuían propiedades milagrosas y en de la que Dani no dudo en beber de forma abundante:

Después de eso nos llevo a que conocieramos la roca sagrada o de los orignes, que desde lejos parece la cabeza de un puma con las fauces abiertas, y de donde como ya hemos dicho al parecer el dios Sol, a través de su hijo Huiracocha hizo aparecer a los dos primeros Incas.

Ahí arriba nos podeis ver junto a Martín que se había unido a nosotros bajo la roca sagrada a cuya sombra disfrutamos de unos mates (en una ocasión tan especial incluso yo tomé un poquito)

Tras esto nos fuimos de vuelta a hacia el pueblito donde habíamos dormido no sin que antes tuviera tiempo de poner una piedrita en uno de los multiples monumentos a la Pacha Mama (madre tierra) que había rodeando el palacio de Pilkokaina:

La vuelta, bajo un sol de justicia fue tan agradable como la ida, y frente al pueblito pesquero me hice junto al genial Martín la siguiente foto:

Ya de vuelta en la playa que estaba junto al alojamiento, hacía tanto calor que no pude dejar pasar la oportunidad de tomar un baño en las riquísimas aguas del lago Titicaca:

Vivu por su parte se mojó los pies:

Y allí pasamos la tarde descansando y viendo como los niños del pueblo disfrutaban del agua para combatir los rigores del sol del febrero boliviano

Tan ricamente estabamos sin hacer nada por allí hasta que alguien pasó diciendo que se iba a las ruinas a ver el atardecer que por lo visto era espectacular, así que a falta de mejores alternativas nos unimos al plan y la verdad es que la caminata valió la pena con creces:

A la mañana siguiente nos despertamos muy temprano pues el barco que había de llevarnos de vuelta a Copacabana partia en teoría a las 6 de la mañana (en realidad se demoró bastante) así que pudimos disfrutar de la belleza del pequeño puerto del pueblo a tan tempranas horas de la mañana:

Y en un barquito identico al que nos había traido nos marchamos de la maravillosa Isla del Sol. La vuelta la hicimos junto a Nati, otra argentina simpatiquísima que habíamos conocido la tarde anterior al igual que a David, un irlandes muy divertido y con un español muy aceptable (sobre todo comparado con la media del de sus compatriotas) y por supuesto Martín:

De vuelta en Copacabana, apenas pasamos un par de horas en la misma. Lo justo para comprar el billete que había de llevarnos por fin a Perú y comer algo. Así que tras despedirnos de los chicos pusimos rumbo a que nos pusieran un par de sellos más en nuestros pasaportes.

De Bolivia, lo último qu vimos fue la frontera con Perú. Más allá del arco que podeis ver en la foto se encuentra el nuevo país que nos esperaba con Cuzco y Machu Picchu en el horizonte:

De Bolivia nos marchamos con la sensación de dejar atrás un país maravilloso donde todo el mundo nos trató de forma increible y con una belleza fuera de toda duda. Uno tras otro, Bolivia fue encargandose de tirar todos los prejuicios con los que habíamos accedido a la misma y es que si bien es cierto que hay ocasiones en que se aprecia una gran pobreza en sus gentes, la verdad es que todo lo que nos habían contado sobre su suciedad, la precariedad de sus infraestructuras y lo demencial de viajar por sus carreteras en un transporte público resulto no ser ni una millonesima parte de lo que nos encontramos y en cualquier caso la belleza de sus ciudades y sus paisajes siplieron con creces las escasas incomodidades con que nos encontramos.

Copacabana (La puerta del Lago Titicaca)

Por fin, tras una semana disfrutando de ella, un buen día decidimos abandonar La Paz y poner por fin rumbo al Lago Titicaca, más concretamente a la ciudad de Copacabana, la más representativa de las situadas en el lado Boliviano del lago.

Para llegar a Copacabana, en lugar de rodear el lago lo atravesamos por el estrecho de Tiquina, donde pasamos un poco de angustia observando como el autobús con todas nuestras pertenencias dentro suya,y del que previamente nos habían hecho bajar surcaba la escasa distancia del estrecho sobre una barcaza que parecía capaz de todo menos capaz de aguantar el peso de tamaño vehículo:

Pasado el susto, reanudamos la marcha por carretera hacia Copacaba, llegando sin mayor novedad y poniendonos rápidamente manos a la obra en la tarea de encontrar un alojamiento digno, aunque esta vez no lo hicimos en solitario, ya que durante el viaje habíamos conocido a un grupo de argentinos con a los que decidimos unirnos ya que era bastante más fácil conseguir un buen precio junto a ellos que por separado.

Y la verdad es que el resultado no podía ser mejor, ya que además de conseguir una habitación con unas vistas magníficas al lago en el que sin duda era uno de los mejores (si no el mejor) hoteles de la ciudad por tan sólo 20 bolivianos (2 euros) la noche, también nos hicimos amigos de los argentinos con los que compartiriamos dos días muy buenos tanto en Copacabana como en la Isla del Sol.

Una vez instalados, empleamos la tarde en subir a un cerro cercano donde se encontraba el via crucis de la ciudad y desde el que nos había asegurado que se obtenían unas vistas impresionantes de la misma, aunque antes de eso tuvimos la oportunidad de tomar unas cuantas fotos en el hermoso puerto de la ciudad:

El esfuerzo que supuso la subida al calvario se vió recompensado con creces con el espectáculo que supuso ver el anochecer en el lago y sobre todo la vista de Copacabana recibiendo a la noche:

Y tras pasar un buen rato disfrutando de una Copacabana que ese día despedía al Carnaval con una fiesta por sus calles y disfrutar de una buena cena junto a los chicos, nos fuimos "temprano" a acostar entre otras cosas pq el hotel cerraba sus puertas a eso de la 1 de la noche así que ante la alternativa de dormir en la calle decidimos que lo más sabio era ir pronto a dormir pese a que la verbena todavía estaba apenas empezando.

A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, pues queríamos tomar el barco de las 13 hacía la Isla del Sol y había varias cosas que queríamos conocer en Copacabana.

La primera de ellas era la Catedral, en la plaza principal, camino de la cual observamos como mucha gente seguía aun de fiesta (o la estaba comenzando muy temprano) bebiendo en las puertas de las casas y poniendo la música a todo volumen.

La Catedral de Copacabana resultó ser una bellisima construcción de estilo colonial que se nos antojó enorme para lo que era el tamaño de la ciudad:

Y precisamente a las puertas de la Catedral pudimos asisitir a uno de los eventos más curiosos y singulares a los que sin duda ibamos a asistir en todo el viaje: el bautismo de autos , que no es ni más ni menos que lo que su propio nombre indica, es decir, una ceremonia en la que un cura va todas y cada una de las mañanas a eso de las diez a las puertas de la Catedral y bautiza a cuanto automóvil se encuentre allí para tal fin.

Los dueños de los vehículos engalanan los mismos con todo tipo de flores y adornos y después de que el cura rocie todo el exterior de los autos con agua bendita, le lanzan petalos de flores y lo bañan con cerveza y sidra para luego tomar los mismos licores en honor del recien bautizado:

Toda esta celebración no es ninguna broma para los bolivianos, y a la misma acude toda la familia, vistiendo sus mejores galas y celebrando el bautismo del automóvil como si de un recien nacido real se tratara y haciendose fotos de familia después del feliz acontecimiento:

Pero como siempre es mejor ver un video para hacerse una idea de en que consiste esta ceremonia, aquí os dejamos uno que creemos puede ser bastante bueno para conocer esta curiosa tradición:



Todavía un poco estupefactos por lo que acababamos de ver decidimos subir a un cerro cercano desde el que la vista de la ciudad prometía ser al menos tan buena como la que habíamos tenido desde el de la tarde anterior.

Cuando llevabamos poco menos de la mitad de la ascensión salió a nuestro paso un crio de unos 6 o 7 años que se ofreció a hacernos de guía y a explicarnos la historia de los restos Inca que había (sin que nosotros lo supieramos hasta ese momento) en el cerro, todo ello a cambio de lo que a voluntad quisieramos darle.

Por supuesto accedimos, y acto seguido nos guió hasta lo que al parecer se conocía como "la horca del Inca" y que según nos relató era una especie de calendario mediante el cual los Incas podían saber si el año iba a ser uno de buenas lluvias y cosechas o si por el contrario la escasez se les venía encima:

Vivu junto a nuestro diminuto guía

Nos contó un montón de cosas más sobre los Incas y Copacabana como por ejemplo que tenían la creencia de que si se caía la piedra que podeís ver más abajo, significaría que la llegada del fin del mundo era inminente:

Y tras recibir contentísimo los 4 bolivianos (40 cents) que le dimos por su inestimable ayuda, le vimos marchar sintiendo una profunda envidia al ver como descendia saltando por las rocas del cerro con la habilidad de un gato. Eso si, antes de marcharse accedió a hacerse una foto conmigo con la vista de la hermosa Copacabana y el Lago Titicaca de fondo:

Y ya de nuevo en solitario continuamos con la ascensión del cerro desde el que realmente las vistas eran excepcionales:



Tras descender de nuevo hacia la ciudad, apremiados por el tiempo que se nos echaba encima, descubrimos anexa a la Catedral una curiosísima capilla con unos colores tan tenebrosos que no podemos dejar de incluir una foto suya en el blog:

Y después nos dirigimos a toda prisa hacía el puerto, donde nos encontramos con el resto de los argentinos con la firme intención de embarcarnos rumbo a la Isla del Sol, la isla donde según la leyenda surgieron los primeros Incas de las entrañas del Lago Titicaca ... pero eso ya lo contaremos en otra ocasión.

lunes, 5 de marzo de 2007

La Paz y Tiahuanaco

Exhaustos pero felices por haber vivido la experiencia que significó el carnaval de Oruro, el lunes por la mañana tomamos el autobús que habría de llevarnos a la capital boliviana.
Si es cierto eso de que "la primera impresión es la que vale", La Paz es una ciudad que te sorprende desde la primera vez que la vez. Está incrustada dentro de un cañón en el que los conquistadores la fundaron (por cierto, el fundador de la ciudad fue Alonso de Mendoza, natural de Garrovillas y por tanto uno de los tantos extremeños ilustres que ha visto la historia) al descubrir oro en un yacimiento cercano con el fin de protegerse de los terribles vientos que había en la región.
La ciudad ha crecido tanto que ahora ocupa, además del fondo del cañón, la práctica totalidad de los cerros vecinos, así que llegando desde Oruro, desde la vecina localidad de El Alto, el espectáculo que se tiene és de los que quitan el aliento:

Eso si, mientras ibamos descendiendo por sus calles camino de la terminal de autobuses ibamos bastante paranóicos ya que la mayoría de las personas con las que nos habíamos cruzado nos habían dicho que la misma era un lugar peligrosísimo, donde no podías perder de vista tus pertenencias ni un segundo, donde la seguridad era inexistente y donde ladrones y delincuentes moraban a sus anchas.

Y de repente nos encontramos con que Bolivia una vez más nos "defraudaba" y desarmaba de un plumazo todos los clichés y prejuicios que llevabamos sobre ella recibiendonos con una modernísima terminal, muy luminosa y donde por todos lados se podía ver policias velando por la seguridad de los pasajeros:

Realemente suponemos que el país ha debido mejorar un montón en los últimos años pq no es normal que todas y cada una de las personas con las que nos cruzamos nos dieran tan malas referencias sobre lo que nos ibamos a encontrar y en todas las ocasiones nuestra experiencia personal fuera tan diferente.

Eso si, en los baños de la terminal todavia se le recuerda a algunas personas que hay ciertos hábitos higiénicos que es mejor dejar para la intimidad del hogar:

Tan cansados llegamos a La Paz que acabamos quedándonos en la misma 6 días, los dos primeros de ellos sin hacer prácticamente nada más que dormir y descansar.

Pero al tercer día hicimos la de Jesucristo (con perdón para los hortodoxos) y resucitamos, por lo que decidimos que ya era tiempo de ir a recorrer la ciudad y sin necesidad de encomendarnos a santo alguno nos pusimos a caminar por las hermosas calles de La Paz, donde entre otros muchos lugares visitamos la Iglesia de San Francisco donde unos mineros protestaban (como podeís ver más abajo llegando incluso a encadenarse a las columnas y ventanas del templo) día y noche por su situación laboral que por lo que nos contaron era absolutamente dramática:

Mucho más tranquila estaba la situación en la plaza donde se encontraban la Catedral y el Palacio de Gobierno, conocido aquí como "palacio quemado" por que al parecer en su relativamente corta historia (2 o 3 siglos no me acuerdo muy bien) había sido pasto de las llamas en varias ocasiones.

Catedral Metropolitana

Palacio de Gobierno con la bandera de Bolivia flanqueada por las de La Paz y la de los pueblos indígenas (whipala)

Dicha plaza es el hogar de literalmente miles de palomas, lo cual no parece importar a los paisanos de La Paz que conviven con tan sucios animales sin parecer importarles lo más mínimo su presencia e incluso disfrutando bastante de la misma:

Sin parar de disfrutar de las magníficas calles de La Paz, muchas de ellas de estílo colonial y casi todas en cuesta ...

... llegamos a uno de los lugares que más nos gustó de la capital boliviana: el mirador de Killi Killi, desde el que se podían disfrutar increibles vista de la ciudad:



Y así, visitando magníficos museos como el de Arte Nacional o paseando por los inmensos mercados de la ciudad, fueron pasando los días hasta que la consideramos que ya era tiempo de visitar los atractivos que La Paz tenía en sus alrededores.

Tiahuanaco

Tiahuanaco fue la capital de un imperio prehispánico y preinca que se extendió desde el sur de Perú hasta el norte de Argentina. Dominaron técnicas agricolas y de construcción que hicieron de ellos una civilización bastante avanzada.

En la actualidad el lugar donde estaba enclavado Tiahuanaco se considera el lugar arqueológico más importante de todo Bolivia, y tanto nos lo recomendaron en la oficina de turismo que no tuvimos más remedio que ir a conocerlo.

Para llegar allí fuimos en lo que es el medio de locomoción más utilizado de La Paz (junto con los taxis no exageramos si decimos que conforman el 90% de los vehículos que circulan por sus calles): una pequeña furgoneta acondicionada con asientos para el transporte de pasajeros. Son literalmente miles las que se mueven simultaneamente y allá donde mires te encuentras a varias de ellas:

Así que por 10 bolivianos (1 euro) salvamos los 70 kms de distancia que separaban La Paz de Tiahuanaco montado en una de ellas y nos plantamos en las puertas del complejo arqueológico.

Allí nos llevamos la desagradable sorpresa que para visitar el complejo teníamos que pagar 80 bolivianos (una pequeña fortuna para lo que es el pais) de entrada más otros 25 por el guía. Puede sonar ridiculo por el pequeño importe que en realidad son 25 bolivianos pero tal sensación de timo nos dió que decidimos hacer la visita por nuestra cuenta (lo cual fue un error pq lo cierto es que nos perdimos un montón de información valiosísima pero en fin ...)

El complejo de Tiahuanaco está compuesto por un par de museos y varios yacimientos arqueológicos. De los museos lo único que nos dejaron fotografiar fue esto:

Y los yacimientos la verdad es que nos decepcionaron un poco pq su estado de restauración era todavía muy precario (más teniendo en cuenta lo carisima que era la entrada). Lo más interesante era la Piramide de Akapama y el templete semisubterraneo adosado a la misma donde se podía contemplar la puerta del Sol que según la hipótesis más extendida parece ser que era una especie de calendario solar.

Vivu en la Piramide de Atakama

La puerta del Sol

Amiguete que aun resiste más allá de la puerta del Sol

Aparte de esto, también estaba el templo de Pumapunku, que al parecer fue imponente en la antiguedad, pero que lamentablemente está tan deteriorado que no deja ni entrever un esbozo de lo que fue:


Coroico
El día después de visitar Tiahuanaco pusimos rumbo a un pueblecito llamado Coroico a unos 100 kms de La Paz. Para llegar al mismo se va por un camino excelente asfaltado por el que en principio se asciende hasta más de 5000 msnm para de repente descender dramáticamente hasta los 1700 msnm en los que se encuentra situada la localidad.
El trayecto hasta el pueblo es absolutamente alucinante con unos paisajes increibles y al llegar a Coroico se disfruta de una temperatura agradabilísima (sobre todo comparada con el frío terrible que hace en La Paz).
Desde la estación de autobuses el paisaje ya es magnífico, y la cantidad de lugares para visitar cercanos al pueblo son enormes.

Lamentablemente nada más llegar nosotros al pueblo y apareciendo como de la nada, el cielo se cubrió de nubes y empezo a descargar una tormenta torrencial.

Por desgracia sólo habíamos ido a pasar el día a Coroico (nos dió la sensación de que daba por lo menos para quedarse 3 o 4) así que con más pena que otra cosa lo único que hicimos allí fue comer en un restaurantito de la plaza (la peor pasta que he probado en mi vida por cierto) y ver como caía la lluvia incesantemente.

Y sin más volvimos a La Paz para pasar la última noche antes de poner rumbo a uno de los lugares más hermosos que uno puede visitar por estos lares: el lago Titicaca.