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viernes, 30 de marzo de 2007

Las ventanas del Lago Titicaca

Este post es un poco especial, ya que se salta la continuidad temporal que hasta ahora habíamos escrupulosamente respetado a lo hora de narrar nuestras aventuras por la majestuosa América del Sur para dar un saltito hacia atras y volver a las orillas del legendario lago Titicaca.

El otro día viendo juntos las fotos (ya miles) de lo que llevamos de viaje nos llamaron especialmente la atención las hermosas vistas que habíamos podido disfrutar desde los lugares en los que nos alojamos en nuestra visita al lago y comprobamos sorprendidos que no habíamos incluido ninguna foto de ellas en los post en los que hablamos sobre el mismo.

Ante tamaña afrenta no pudimos menos que decidir que para subsanarla teníamos que hacer un post especial en el que mostraríamos esas vistas y ese el el motivo por el que de golpe nos vamos de vuelta a las orillas del legendario lago empezando por el lugar en el que primera vez disfrutamos de su belleza:



Lo que podeís contemplar más arriba es el atardecer desde el hotel "El Mirador" en Copacabana, en el lado boliviano del lago. Disfrutar de estas vistas nos costó la módica cantidad de 20 bolivianos (2 euros) a cada uno, que en nuestra modesta opinión estuvieron excelentemente pagados.

Todavía sin salir de los límites de Bolivia, estuvimos un par de noches alojados en un lugar mucho más humilde en la Isla del Sol pero desde el que el espectáculo que teníamos al asomarnos a su ventana era cuanto menos tan hermoso como el del hotel en Copacabana:



Disfrutar de amaneceres tan hermosos como el de la foto de arriba significo para nuestros bolsillos, lo creais o no, la irrisoria cantidad de 10 bolivianos (1 euro) por barba, entre otras cosas pq la vida en la Isla del Sol todavía no se ha visto invadida por la lacra del turismo masivo y la fiebre por los euros y dolares de los visitantes.

Y ya en el lado peruano del lago, tuvimos la suerte de dormir en la Isla de Amantaní y si bien la vista desde el lugar en el que estabamos alojados no era tan espectacular como en los anteriores, bien merece la pena tener su lugarcito en nuestro blog pues también bellísima.



No podríamos exactamente precisar cuanto nos costó dormir en este ultimo alojamiento con la familia de paisanos amantaníes ya que contratamos un tour de dos días donde todo estaba incluido en el precio, aunque si que os podemos decir que después de la increible experiencia del Copacabana y la Isla del Sol, la agridulce de las islas peruanas nos dejó un poco frios.

martes, 20 de marzo de 2007

Puno y las islas del lado peruano del Lago Titicaca

Casi sin darnos cuenta ya habíamos hecho todos los trámites en la aduana y ya estabamos legalmente en Perú. Lo primero que nos recibió en este nuevo país fue una lata gigante de una conocida marca de cerveza peruana:

¿A alguien se le ocurre una declaración de intenciones mejor que esa?. Así que con ganas de llegar cuantos antes para ver que tan rica realmente era la tal Cusqueña, nos subimos en el autobús que habría de llevarnos a Puno, la primera de nuestras paradas en suelo peruano.

La ciudad de Puno es una agradable localidad de unos 250.000 habitantes situada a orillas del Lago Titicaca y conocida por ser la capital folklorica del Perú.

Como todas las ciudades por donde pasaron los conquistadores españoles tiene una hermosa catedral:

Y un puñado de bellos edificios de corte colonial que hacen muy agradable el pasearpor sus calles:

Aunque la realidad es que la mayoría de las personas que la visitan lo hacen atraídos por las islas del Titicaca que están a escasos kms de la misma.

Por este motivo, nada más llegar nos pusimos a buscar por las diferentes agencias la que nos ofercía los mejores precios para ir a visitar dichas islas y acabamos contratando con el dueño del hotel en el que conseguimos alojamiento que nos dejó el tour de 3 días en 60 soles por barba ( unos 15 euros con alojamiento y comidas incluidos)

Como la excursión salía muy temprano al día siguiente nos acostamos bastante temprano y practicamente sin darnos cuenta ya estabamos a lomos del barco que nos llevaba a visitar la primera de las islas del lado peruano del lago Titicaca.

Islas de Uros

Las islas de Uros no son unas islas convencionales ni mucho menos, ya que son islas flotantes enteramente construidas de una especie de caña vegetal llamada totora que se mantienen a la deriva en las aguas del lago a escasos kms de Puno.

Los habitantes de las mismas que anteriormente se dedicaban a la pesca han descubierto (por la acción de misioneros de la religión adventista según nos contaron) que los ingresos que puede reportarles el turismo son enormes por lo que la actitud totalmente hostil que hasta hace poco mostraban hacia los visitantes ahora se ha convertido en una hospitalidad tan desmesurada que en ocasiones resulta agobiante ya que en todo momento lo único que parece que les interesa es que le compres sus artesanías o que te quedes a dormir en una de sus cabañas, previo pago eso si de los soles correspondientes:

No obstante, pese a este "agobio" al que te someten los Uros, la visita es realmente interesante pues aprendes cosas realmente curiosas sobre ellos. Por ejemplo, la forma de resolución de los conflictos allí es realmente práctica, ya que si la mitad de las familias de las que viven en una de las numerosas islas que constituyen la colonia discuten con la otra mitad por algún particular, lo único que hacen es dividir la isla en dos y tirar cada uno por su lado.

Una de las cosas que se pueden hacer opcionales es darse un paseito en una balsa de totora como la de la foto de abajo de una isla a otra en unos 40 minutos:

Las balsas de cuya forma de construcción es milenaria están hechas del mismo material que las islas y el paseo (a razón de 5 soles por cabeza, 1,25 euros) resulta ser de lo más agradable:



Y así, paseando por entre las cabañas de totora y haciendo fotos se te va pasando la mañana hasta que el guia del tour decide que es hora de embarcarse de nuevo rumbo a la siguiente de las islas:

Eso si, Vivu tuvo tiempo de que una niña Uro le hiciera unas graciosas coletas antes de abandonar los dominios de esta singular tribu:

Isla de Amantaní

En Amantaní, la sensación de que lo único que les interesaba a los habitantes de la misma era que les dejaras la mayor cantidad de soles posibles se hizo todavía mucho más desagradable. Por todos lados lo único que había eran niños y mujeres que de una forma realmente agobiante te intentaban convencer de que les compraras sus pulseritas o cualquier otra artesanía.

La familia local con la que nos alojamos practicamente no nos hizo caso más que para venir a vendernos gorritos de alpaca que ellos mismos tejían con la excusa de que en unos días empezaba el colegio de los niños y necesitaban dinero para comprarles material (por cierto, los dos compramos algo)

familia con la que nos alojamos (notese que en la cabeza llevo el gorrito comprado por la causa)

A estas alturas, la sensación de que quizás con haber ido a visitar Uros hubiese sido suficiente se empezaba a apoderar de nosotros bastante fuertemente, aunque lo cierto es que la isla era muy hermosa:

Claro que el recuerdo de las islas del lado boliviano, donde habíamos disfrutado de una tranquilidad tan placentera, absolutamente invisibles a los habitantes de las mismas (hasta que voluntariamente ibamos a requerirles o comprarles algo) hacía que por comparación (que como todo el mundo sabe son odiosas) las peruanas salieran muy perjudicadas.

Lo único que parecía que podía hacernos mejorar un poco nuestra opinión sobre las gentes de Amantaní fue que los lugareños organizaban una fiesta para los turistas para la cual nos daban trajes típicos para que no nos sintieramos tan extraños:

Aunque la realidad es que le ponían tan poco entusiasmo a la cosa (algunos incluso se dormían allí mismo) que quitando la fotito de arriba y un par de bailecillos que nos echamos, la noche resultó de lo más decepcionante.

Así que sin demasiada pena, a la mañana siguiente pusimos rumbo hacia la tercera y última de las islas que ibamos a visitar a este lado del Titicaca.

Isla de Taquile

Lamentablemente la tónica en Taquile siguió siendo la misma por lo que la belleza de la misma fue suficiente para quitarnos ese regusto amargo que arrastrabamos de las islas anteriores (y nos hizo extrañar aun un poquito más las bolivianas):

Por lo cual al igual que había ocurrido con su hermana Amantaní, tampoco nos dió demasiada pena abandonar esta isla y poner rumbo a Puno surcando las aguas del legendario lago Titicaca soñando con que el Perú nos deparará el conocer lugares más acogedores (como ya adelantamos que finalmente está ocurriendo)

lunes, 19 de marzo de 2007

Isla del Sol (La cuna de la civilización Inca)

Sin siquiera tiempo para almorzzar, abandonamos la ciudad de Copacabana en el techo de un barquito igual al que podeís ver en la foto de más abajo. Acompañados del contingente argentino surcamos las aguas del lago Titicaca a una velocidad tan ridicula que todavía me pregunto si nadando no hubíesemos llegado antes:

No obstante no nos quejamos en absoluto, pues de esta forma pudimos disfrutar con mayor calma de la belleza del lago.

Tras aproximadamente una hora y media de viaje por fin llegamos al puertecito situado en el lado Sur de la Isla del Sol, donde sus aguas cristalinas parecían invitar a que nos quedaramos.

Sin embargo nos habían comentado que la parte más hermosa era precisamente la Norte, así que tras una corta deliberación y posterior negociación con el dueño de una barca nos pusimos rumbo a dicho lado Norte por lo que de la parte Sur lo único que en realidad disfrutamos fue su entrañable embarcadero:

El viaje hacia el lado Norte fue a una velocidad aun menor que el anterior, pero en el mismo conocimos a Martín, un auténtico fenomeno de Buenos Aires con el que tan buenos momentos compartiríamos los dos días siguientes.

Nada más desembarcar empezamos a buscar alojamiento y conseguimos una habitación con unas excelentes vistas al lago por 10 bolivianos (1 euro) la noche. Nada más salir del alojamiento nos dimos cuenta de que no nos habíamos equivocado yendo al lado Norte pues el mismo se encontraba junto a esta magnífica playa:

Y allí pasamos la mitad de los que nos restaba de tarde. La otra mitad la empleamos en ir a buscar leña para hacer un fuego en la misma playa, que admás, tras la cena de unas exquisitas truchas pescadas en el mismo lago nos ayudo a combatir el frío que caía al anochecer acompañado de una guitarra que alguien sacó de nadie sabe donde y a cuyo son cantamos hasta bien entrada la noche.

A la mañana siguiente nos despertamos temprano (aunque no lo suficiente para ver partir a la mayoría del grupo de argentinos que tenían prisa por llegar a Cuzco para ir a ver Machu Picchu) con la firme intención de ir a visitar las ruinas Incas que había a pocos kms de donde habíamos dormido.

Acompañados de Daniel y Gabriela, los dos únicos argentinos que se habían quedado (además de Martín que se quedo solucionando no se que problemas con su casero) pusimos rumbo al lugar donde según la tradición se encontraba la roca sagrada de donde habían surgido Manco Capac y Mama Oclloo, los dos primeros Incas que poco después marcharon hacia lo que hoy es Perú para fundar la ciudad de Cuzco.

El camino hacía las ruinas resultó ser un agradable paseo en el que se podían apreciar paisajes bellísimos por un camino que discurría por la costa de la pequeña Isla:

Finalemente llegamos al lugar del origen de los Incas, aunque como ibamos sin guia ni nada, la roca sagrada nos pasó totalemente desapercibida por lo que llegamos caminando hasta el Palacio de Pilkokaina, que en su día fue una enorme templo donde se rendia culto al dios Sol.

Allí encontramos a un guía oficial que por la módica cantidad de 5 bolivianos (0,50 euros) nos explicó toda la historia del templo y de los fundadores del imperio además de curiosidades como que allí se encontraba la fuente sagrada a la que los Incas le tribuían propiedades milagrosas y en de la que Dani no dudo en beber de forma abundante:

Después de eso nos llevo a que conocieramos la roca sagrada o de los orignes, que desde lejos parece la cabeza de un puma con las fauces abiertas, y de donde como ya hemos dicho al parecer el dios Sol, a través de su hijo Huiracocha hizo aparecer a los dos primeros Incas.

Ahí arriba nos podeis ver junto a Martín que se había unido a nosotros bajo la roca sagrada a cuya sombra disfrutamos de unos mates (en una ocasión tan especial incluso yo tomé un poquito)

Tras esto nos fuimos de vuelta a hacia el pueblito donde habíamos dormido no sin que antes tuviera tiempo de poner una piedrita en uno de los multiples monumentos a la Pacha Mama (madre tierra) que había rodeando el palacio de Pilkokaina:

La vuelta, bajo un sol de justicia fue tan agradable como la ida, y frente al pueblito pesquero me hice junto al genial Martín la siguiente foto:

Ya de vuelta en la playa que estaba junto al alojamiento, hacía tanto calor que no pude dejar pasar la oportunidad de tomar un baño en las riquísimas aguas del lago Titicaca:

Vivu por su parte se mojó los pies:

Y allí pasamos la tarde descansando y viendo como los niños del pueblo disfrutaban del agua para combatir los rigores del sol del febrero boliviano

Tan ricamente estabamos sin hacer nada por allí hasta que alguien pasó diciendo que se iba a las ruinas a ver el atardecer que por lo visto era espectacular, así que a falta de mejores alternativas nos unimos al plan y la verdad es que la caminata valió la pena con creces:

A la mañana siguiente nos despertamos muy temprano pues el barco que había de llevarnos de vuelta a Copacabana partia en teoría a las 6 de la mañana (en realidad se demoró bastante) así que pudimos disfrutar de la belleza del pequeño puerto del pueblo a tan tempranas horas de la mañana:

Y en un barquito identico al que nos había traido nos marchamos de la maravillosa Isla del Sol. La vuelta la hicimos junto a Nati, otra argentina simpatiquísima que habíamos conocido la tarde anterior al igual que a David, un irlandes muy divertido y con un español muy aceptable (sobre todo comparado con la media del de sus compatriotas) y por supuesto Martín:

De vuelta en Copacabana, apenas pasamos un par de horas en la misma. Lo justo para comprar el billete que había de llevarnos por fin a Perú y comer algo. Así que tras despedirnos de los chicos pusimos rumbo a que nos pusieran un par de sellos más en nuestros pasaportes.

De Bolivia, lo último qu vimos fue la frontera con Perú. Más allá del arco que podeis ver en la foto se encuentra el nuevo país que nos esperaba con Cuzco y Machu Picchu en el horizonte:

De Bolivia nos marchamos con la sensación de dejar atrás un país maravilloso donde todo el mundo nos trató de forma increible y con una belleza fuera de toda duda. Uno tras otro, Bolivia fue encargandose de tirar todos los prejuicios con los que habíamos accedido a la misma y es que si bien es cierto que hay ocasiones en que se aprecia una gran pobreza en sus gentes, la verdad es que todo lo que nos habían contado sobre su suciedad, la precariedad de sus infraestructuras y lo demencial de viajar por sus carreteras en un transporte público resulto no ser ni una millonesima parte de lo que nos encontramos y en cualquier caso la belleza de sus ciudades y sus paisajes siplieron con creces las escasas incomodidades con que nos encontramos.

Copacabana (La puerta del Lago Titicaca)

Por fin, tras una semana disfrutando de ella, un buen día decidimos abandonar La Paz y poner por fin rumbo al Lago Titicaca, más concretamente a la ciudad de Copacabana, la más representativa de las situadas en el lado Boliviano del lago.

Para llegar a Copacabana, en lugar de rodear el lago lo atravesamos por el estrecho de Tiquina, donde pasamos un poco de angustia observando como el autobús con todas nuestras pertenencias dentro suya,y del que previamente nos habían hecho bajar surcaba la escasa distancia del estrecho sobre una barcaza que parecía capaz de todo menos capaz de aguantar el peso de tamaño vehículo:

Pasado el susto, reanudamos la marcha por carretera hacia Copacaba, llegando sin mayor novedad y poniendonos rápidamente manos a la obra en la tarea de encontrar un alojamiento digno, aunque esta vez no lo hicimos en solitario, ya que durante el viaje habíamos conocido a un grupo de argentinos con a los que decidimos unirnos ya que era bastante más fácil conseguir un buen precio junto a ellos que por separado.

Y la verdad es que el resultado no podía ser mejor, ya que además de conseguir una habitación con unas vistas magníficas al lago en el que sin duda era uno de los mejores (si no el mejor) hoteles de la ciudad por tan sólo 20 bolivianos (2 euros) la noche, también nos hicimos amigos de los argentinos con los que compartiriamos dos días muy buenos tanto en Copacabana como en la Isla del Sol.

Una vez instalados, empleamos la tarde en subir a un cerro cercano donde se encontraba el via crucis de la ciudad y desde el que nos había asegurado que se obtenían unas vistas impresionantes de la misma, aunque antes de eso tuvimos la oportunidad de tomar unas cuantas fotos en el hermoso puerto de la ciudad:

El esfuerzo que supuso la subida al calvario se vió recompensado con creces con el espectáculo que supuso ver el anochecer en el lago y sobre todo la vista de Copacabana recibiendo a la noche:

Y tras pasar un buen rato disfrutando de una Copacabana que ese día despedía al Carnaval con una fiesta por sus calles y disfrutar de una buena cena junto a los chicos, nos fuimos "temprano" a acostar entre otras cosas pq el hotel cerraba sus puertas a eso de la 1 de la noche así que ante la alternativa de dormir en la calle decidimos que lo más sabio era ir pronto a dormir pese a que la verbena todavía estaba apenas empezando.

A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, pues queríamos tomar el barco de las 13 hacía la Isla del Sol y había varias cosas que queríamos conocer en Copacabana.

La primera de ellas era la Catedral, en la plaza principal, camino de la cual observamos como mucha gente seguía aun de fiesta (o la estaba comenzando muy temprano) bebiendo en las puertas de las casas y poniendo la música a todo volumen.

La Catedral de Copacabana resultó ser una bellisima construcción de estilo colonial que se nos antojó enorme para lo que era el tamaño de la ciudad:

Y precisamente a las puertas de la Catedral pudimos asisitir a uno de los eventos más curiosos y singulares a los que sin duda ibamos a asistir en todo el viaje: el bautismo de autos , que no es ni más ni menos que lo que su propio nombre indica, es decir, una ceremonia en la que un cura va todas y cada una de las mañanas a eso de las diez a las puertas de la Catedral y bautiza a cuanto automóvil se encuentre allí para tal fin.

Los dueños de los vehículos engalanan los mismos con todo tipo de flores y adornos y después de que el cura rocie todo el exterior de los autos con agua bendita, le lanzan petalos de flores y lo bañan con cerveza y sidra para luego tomar los mismos licores en honor del recien bautizado:

Toda esta celebración no es ninguna broma para los bolivianos, y a la misma acude toda la familia, vistiendo sus mejores galas y celebrando el bautismo del automóvil como si de un recien nacido real se tratara y haciendose fotos de familia después del feliz acontecimiento:

Pero como siempre es mejor ver un video para hacerse una idea de en que consiste esta ceremonia, aquí os dejamos uno que creemos puede ser bastante bueno para conocer esta curiosa tradición:



Todavía un poco estupefactos por lo que acababamos de ver decidimos subir a un cerro cercano desde el que la vista de la ciudad prometía ser al menos tan buena como la que habíamos tenido desde el de la tarde anterior.

Cuando llevabamos poco menos de la mitad de la ascensión salió a nuestro paso un crio de unos 6 o 7 años que se ofreció a hacernos de guía y a explicarnos la historia de los restos Inca que había (sin que nosotros lo supieramos hasta ese momento) en el cerro, todo ello a cambio de lo que a voluntad quisieramos darle.

Por supuesto accedimos, y acto seguido nos guió hasta lo que al parecer se conocía como "la horca del Inca" y que según nos relató era una especie de calendario mediante el cual los Incas podían saber si el año iba a ser uno de buenas lluvias y cosechas o si por el contrario la escasez se les venía encima:

Vivu junto a nuestro diminuto guía

Nos contó un montón de cosas más sobre los Incas y Copacabana como por ejemplo que tenían la creencia de que si se caía la piedra que podeís ver más abajo, significaría que la llegada del fin del mundo era inminente:

Y tras recibir contentísimo los 4 bolivianos (40 cents) que le dimos por su inestimable ayuda, le vimos marchar sintiendo una profunda envidia al ver como descendia saltando por las rocas del cerro con la habilidad de un gato. Eso si, antes de marcharse accedió a hacerse una foto conmigo con la vista de la hermosa Copacabana y el Lago Titicaca de fondo:

Y ya de nuevo en solitario continuamos con la ascensión del cerro desde el que realmente las vistas eran excepcionales:



Tras descender de nuevo hacia la ciudad, apremiados por el tiempo que se nos echaba encima, descubrimos anexa a la Catedral una curiosísima capilla con unos colores tan tenebrosos que no podemos dejar de incluir una foto suya en el blog:

Y después nos dirigimos a toda prisa hacía el puerto, donde nos encontramos con el resto de los argentinos con la firme intención de embarcarnos rumbo a la Isla del Sol, la isla donde según la leyenda surgieron los primeros Incas de las entrañas del Lago Titicaca ... pero eso ya lo contaremos en otra ocasión.