¿A alguien se le ocurre una declaración de intenciones mejor que esa?. Así que con ganas de llegar cuantos antes para ver que tan rica realmente era la tal Cusqueña, nos subimos en el autobús que habría de llevarnos a Puno, la primera de nuestras paradas en suelo peruano.
La ciudad de Puno es una agradable localidad de unos 250.000 habitantes situada a orillas del Lago Titicaca y conocida por ser la capital folklorica del Perú.
Como todas las ciudades por donde pasaron los conquistadores españoles tiene una hermosa catedral:
Y un puñado de bellos edificios de corte colonial que hacen muy agradable el pasearpor sus calles:
Aunque la realidad es que la mayoría de las personas que la visitan lo hacen atraídos por las islas del Titicaca que están a escasos kms de la misma.
Por este motivo, nada más llegar nos pusimos a buscar por las diferentes agencias la que nos ofercía los mejores precios para ir a visitar dichas islas y acabamos contratando con el dueño del hotel en el que conseguimos alojamiento que nos dejó el tour de 3 días en 60 soles por barba ( unos 15 euros con alojamiento y comidas incluidos)
Como la excursión salía muy temprano al día siguiente nos acostamos bastante temprano y practicamente sin darnos cuenta ya estabamos a lomos del barco que nos llevaba a visitar la primera de las islas del lado peruano del lago Titicaca.
Islas de Uros
Las islas de Uros no son unas islas convencionales ni mucho menos, ya que son islas flotantes enteramente construidas de una especie de caña vegetal llamada totora que se mantienen a la deriva en las aguas del lago a escasos kms de Puno.
Los habitantes de las mismas que anteriormente se dedicaban a la pesca han descubierto (por la acción de misioneros de la religión adventista según nos contaron) que los ingresos que puede reportarles el turismo son enormes por lo que la actitud totalmente hostil que hasta hace poco mostraban hacia los visitantes ahora se ha convertido en una hospitalidad tan desmesurada que en ocasiones resulta agobiante ya que en todo momento lo único que parece que les interesa es que le compres sus artesanías o que te quedes a dormir en una de sus cabañas, previo pago eso si de los soles correspondientes:
No obstante, pese a este "agobio" al que te someten los Uros, la visita es realmente interesante pues aprendes cosas realmente curiosas sobre ellos. Por ejemplo, la forma de resolución de los conflictos allí es realmente práctica, ya que si la mitad de las familias de las que viven en una de las numerosas islas que constituyen la colonia discuten con la otra mitad por algún particular, lo único que hacen es dividir la isla en dos y tirar cada uno por su lado.
Una de las cosas que se pueden hacer opcionales es darse un paseito en una balsa de totora como la de la foto de abajo de una isla a otra en unos 40 minutos:
Las balsas de cuya forma de construcción es milenaria están hechas del mismo material que las islas y el paseo (a razón de 5 soles por cabeza, 1,25 euros) resulta ser de lo más agradable:
Y así, paseando por entre las cabañas de totora y haciendo fotos se te va pasando la mañana hasta que el guia del tour decide que es hora de embarcarse de nuevo rumbo a la siguiente de las islas:
Eso si, Vivu tuvo tiempo de que una niña Uro le hiciera unas graciosas coletas antes de abandonar los dominios de esta singular tribu:
Isla de Amantaní
En Amantaní, la sensación de que lo único que les interesaba a los habitantes de la misma era que les dejaras la mayor cantidad de soles posibles se hizo todavía mucho más desagradable. Por todos lados lo único que había eran niños y mujeres que de una forma realmente agobiante te intentaban convencer de que les compraras sus pulseritas o cualquier otra artesanía.
La familia local con la que nos alojamos practicamente no nos hizo caso más que para venir a vendernos gorritos de alpaca que ellos mismos tejían con la excusa de que en unos días empezaba el colegio de los niños y necesitaban dinero para comprarles material (por cierto, los dos compramos algo)
familia con la que nos alojamos (notese que en la cabeza llevo el gorrito comprado por la causa)
A estas alturas, la sensación de que quizás con haber ido a visitar Uros hubiese sido suficiente se empezaba a apoderar de nosotros bastante fuertemente, aunque lo cierto es que la isla era muy hermosa:
Claro que el recuerdo de las islas del lado boliviano, donde habíamos disfrutado de una tranquilidad tan placentera, absolutamente invisibles a los habitantes de las mismas (hasta que voluntariamente ibamos a requerirles o comprarles algo) hacía que por comparación (que como todo el mundo sabe son odiosas) las peruanas salieran muy perjudicadas.
Lo único que parecía que podía hacernos mejorar un poco nuestra opinión sobre las gentes de Amantaní fue que los lugareños organizaban una fiesta para los turistas para la cual nos daban trajes típicos para que no nos sintieramos tan extraños:
Aunque la realidad es que le ponían tan poco entusiasmo a la cosa (algunos incluso se dormían allí mismo) que quitando la fotito de arriba y un par de bailecillos que nos echamos, la noche resultó de lo más decepcionante.
Así que sin demasiada pena, a la mañana siguiente pusimos rumbo hacia la tercera y última de las islas que ibamos a visitar a este lado del Titicaca.
Isla de Taquile
Lamentablemente la tónica en Taquile siguió siendo la misma por lo que la belleza de la misma fue suficiente para quitarnos ese regusto amargo que arrastrabamos de las islas anteriores (y nos hizo extrañar aun un poquito más las bolivianas):
Por lo cual al igual que había ocurrido con su hermana Amantaní, tampoco nos dió demasiada pena abandonar esta isla y poner rumbo a Puno surcando las aguas del legendario lago Titicaca soñando con que el Perú nos deparará el conocer lugares más acogedores (como ya adelantamos que finalmente está ocurriendo)
1 comentario:
Qué bueno, hay gente que vive a la deriva.
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