Etiquetas

Argentina (28) Bolivia (14) Brasil (4) Chile (5) Colombia (2) Costa Rica (4) Cuba (1) Ecuador (5) Guatemala (6) Honduras (3) México (10) Nicaragua (4) Panamá (3) Perú (15) Uruguay (3)
Mostrando entradas con la etiqueta México. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta México. Mostrar todas las entradas

viernes, 21 de enero de 2011

El Panchán, Misol Ha y Agua Azul


Han pasado muchísimos meses, más de un año y medio si la memoria no me falla, desde que posteamos la última entrada en la que narrábamos parte de nuestro viaje por tierras latinoamericanas. Tanto tiempo hace que curiosamente el destino nos ha acabado trayendo de vuelta a América, a este maravilloso país desde el que escribo estas líneas, Chile, al que llegamos hace ya más de un año y que tantos buenos momentos nos está deparando.

Pese a todo, nunca hemos perdido de vista el hecho de que el blog está inacabado, así que lo volvemos a retomar, justo en el punto en que lo dejamos, en el cruce por agua de aquella frontera entre Guatemala y México, con la intención de seguir avanzando en nuestra historia a paso firme pero tranquilo, que es como nos gusta a nosotros disfrutar de los viajes.


Una vez pisamos suelo mexicano, la bienvenida que nos deparó el país de los aztecas no pudo ser menos amistosa. El primer contacto que tuvimos con un mexicano fue con el agente de aduanas que nos endoso un papelito que nos dijo teníamos que pagar antes de abandonar el país (sopena de una terrible multa) y que no recuerdo su importe exacto pero era seguro de varias decenas de dólares. Tras recibir tan inesperado "regalo", proseguimos camino a toda velocidad por las rutas de chiapas hasta llegar a nuestro primer destino: la ciudad de Palenque.


Palenque ciudad no era un lugar poco hospitalario ni mucho menos, pero otros amigos viajeros nos habían recomendado con muchísisma insistencia que si ibamos a esta zona de México nos alojaramos en una especie de complejo turísitico llamado El Panchan, que estaba a muy pocos kilómetros de la ciudad de Palenque a medio camino entre esta y el sitio arqueológico, principal atracción del lugar. Así que sin dudarlo demasiado y tras comer algo tomamos un transporte que nos llevó hasta El Panchán que la verdad es que resultó un sitio hermosísimo siutado en medio de la selva:

Como estábamos bastante cansados, el día que llegamos a El Panchán lo dedicamos a descansar hasta que por la noche fuimos a cenar a un restaurante situado en el mismo complejo. Allí pudimos asistir mientras degustábamos una deliciosa cena a un magnífico espectáculo de poi con cadenas de fuego:



La cena además de deliciosa resultó ser venenosa para mis instestinos (Vivu por supuesto ni se enteró)... En algún lugar leí que a muchos españoles méxico les suele recibir con este tipo de gracia. La venganza de Moctezuma creo que lo llaman. En todo caso entre el clima asfixiante y lo mal que me sentó la cena lo cierto es que recuerdo que aquella noche apenas pude pegar ojo:

Al día siguiente amanecí demasiado débil para ir a ningún lado por lo que decidí quedarme a descansar en El Panchan mientras que Vivu por su parte se marchó a visitar dos lugares que nos habían dicho que eran paradisíacos: Misol Ha y Agua Azul. Algún día espero que Vivu pueda contar su experiencia aquel día en el que además creo recordar que hizo muy buenas migas con unas turistas españolas que conoció. Mientras llega ese momento de momento nos tendremos que contentar con las fotos que sacó de estos lugares que lo cierto es que son impresionantes:



















sábado, 24 de enero de 2009

Adios Guatemala ... Hola México lindo.

Tras la visita a la soberbia Tikal, esa noche volvimos a El Remate y aprovechamos para dormir un montón de horas. Aprovechamos para disfrutar de un merecido descanso y no nos levantamos hasta casi el mediodía siguiente:

Ya despiertos, pudimos disfrutar una vez más de la magnífica vista que desde nuestra habitación teníamos del lago Petén Itza:
Y como teníamos unas horas hasta que pasara el autobús que nos había de llevar a la ciudad de Flores, aprovechamos para recorrer el lago cerca del hotel y disfrutar de su espectacularidad y de su calma:
Casi sin darnos cuenta, las horas fueron pasando y de repente nos sorprendimos a nosotros mismos esperando una vez más el transporte que nos llevaría a nuestro próximo destino ...
... y comos si el hecho de dejar atrás la fascinante Tikal no tuviera la más mínima importancia, una vez llegó el autobús subimos despreocupados al mismo sin darnos cuenta de que estabamos dejando atrás uno de los lugares más singulares que se pueden visitar en toda la faz de la tierra:
Pero como el viaje tenía que seguir, una vez llegamos a la bulliciosa isla de Flores casi como autómatas nos pusimos manos a la obra para conseguir un alojamiento. Una vez instalados salimos a cenar y a pasear un poco por la ciudad.
Antes habíamos arreglado con los encargados del hospedaje en el que parábamos que a la mañana siguiente muy temprano partíamos hacia la frontera mejicana por lo que pese a que Flores era un lugar muy turístico y con muchas posibilidades para salir por la noche enseguida después de la cena nos fuimos a acostar para descansar un poco antes de ir al encuentro del siguiente país.

Al alba sono el despertador y nos pusimos nuevamente en marcha. El día todavía no había terminado de despuntar cuando llegó el transporte que había de llevarnos hasta el borde guatemalteco con méjico:

Tras varias horas pasando un calor infernal en la camioneta que nos transportaba junto a un puñado de guiris llegamos a la frontera con Méjico, donde para continuar viaje teníamos que cruzar el río Usumacinta que separaba ambos países en la conocida como Frontera Corozal.

En la frontera, al menos del lado guatemalteco había mucha vida y la gente hacía sus labores diarias en el río o simplemente disfrutaba de un baño en sus tranquilas aguas:


Rápidamente hicimos el cambio y en cuestión de pocos minutos ya estabamos cruzando el río a lomos de una de las decenas de barcazas que esperaban en la orilla preparadas a tal efecto:



Tras un coto viaje de unos 10 minutos empezamos a aproximarnos a la orilla mejicana para desembarcar. A este lado de la orilla nada nos hacía pensar que habíamos cambiado de país; barcazas por todos lados y gente dedicada a sus negocios:


Rápidamente hicimos los trámites en la aduana, donde nos dieron un papelote para pagar el equivalente a veintitantos dolares en concepto de tasas en cualquier banco mejicano (Méjico nos recibía con una pequeña puñalada ...) y de vuelta a la camioneta que había de llevarnos a nuestro próximo destino: Palenque.

Pero este ya era otro país y eso por supuesto merece otra entrada. Muy excitados por el cambio de aires y surcando las carreteras de Chiapas a una velocidad a todas luces excesivas con nuestra vida en las manos de otro loco conductor ibamos felices hacia nuestra próxima aventura: