Tras un vuelo de no menos de mil horas (con escala en Fortaleza, Brasil, incluida) conseguí llegar a Buenos Aires a eso de las 7 de la mañana hora local.
Tras la interminable espera en el control de pasaportes y la cinta de equipajes salí como un señor por la sala de de llegadas internacionales del Aeropuerto de Ezeiza donde me esperaban Vivu, su madre Alicia y la primera sorpresa del viaje: Joaquín (que estaba en Buenos Aires tras unas semanas comiendo tierra con el ejercito argentino por la patagonia) que había ido a recogerme al aeropuerto con ellas. Por fin pisaba el suelo del nuevo mundo. La aventura no había hecho más que comenzar...
A todo esto yo no había dormido practicamente en todo el vuelo. El codigo Da Vinci, Cars y otra peli muy mala de Lindsay Lohan, además de la charla de una tía, no os lo perdais, de Don Benito casada con un brasileño, que se sentó al lado mío, me ayudaron a sobrellevar el viaje. De todas formas, nada de lo anterior fue considerada como una excusa válida para Joaquín que exigía que nos fueramos inmediatamente a visitar la ciudad sin dejarme siquiera descansar un par de horas ... Eso si, antes de nada nos subimos a la azotea del edificio donde reside la mamá de Vivu, situado en el barrio de Belgrano, que tiene 29 plantas y desde la que nos hicimos fotos tan espectaculares como estas:
Nota - El estadio que se ve al fondo, por si alguno tiene curiosidad es el de River Plate
Otro día posterior, estando otra vez por allí hicimos la siguiente foto que nos pareció mu chula así que tb la colgamos como homenaje a los sufridos obreros que están "literalmente" levantando la Argentina:
