La noche de nuestra visita al volcán Pacaya dormimos de nuevo en Antigua y tan cansados estabamos que a la mañana siguiente dormimos hasta bastante tarde. La idea era ese mismo día ir a conocer un nuevo lugar, en este caso el Lago Atitlan, al Norte de Antigua pero como yo todavía no me encontraba muy bien del todo fue Vivu la que salió a ver si encontraba alguna agencia de viajes que nos facilitara el transporte para llegar al Lago.
Regresó a la habitación del hotel a toda prisa diciendo que el último transporte al lago ya había partido pero que había hablado con la de la agencia y le había dicho que si nos ibamos en taxi hasta una gasolinera a las afueras de Antigua, la furgoneta que iba para el lago podía esperarnos.
Dicho y hecho. Abandonamos el hotel a toda prisa y tomamos una de esas motocicletas con techo que en Cuba más adelante llamarían cocotaxis e interceptamos el transporte en el punto acordado.
Tras más de 3 horitas de accidentado viaje llegamos por fin a las orillas del Lago Atitlan, a una población llamada Panajachel, San Jorge o algo por el estilo, ahora no nos acordamos muy bien pero en cualquier caso una de las que aparece al Sur en el siguiente mapa:
Rapidamente nos pusimos a buscar un transporte que nos llevara hasta San Pablo que era el lugar donde habíamos decidido que ibamos a pernoctar. El tiempo cada vez se ponía más y más feo por lo que no nos hacía mucha gracia meternos en un barquito (como el que podeís ver más abajo) para cruzar las aguas del lago:
No obstante, una vez más dejamos aparcada la prudencia y nos decidimos a ir al punto de destino. Cuando nos montamos en el barco ya estaba lloviendo debilmente pero cuando ya estabamos surcando las aguas del lago empezó a caer el diluvio. Al llegar a San Pablo lo único que pudimos hacer fue salir corriendo hasta el primer alojamiento que encontramos al que llegamos totalmente empapados y eso que estaba a escasos 100 metros de donde paraba el bote.
Esa tarde no pudimos hacer nada pq no paró de llover ni un instante. Cuando por fin lo hizo ya era bien cerrada la noche y lo único que pudimos hacer fue ir a cenar a un hostal cercano donde para colmo cuando llegamos ya se había acabado toda la comida pq era muy tarde (no más de las 19 os lo juro!!!) y nos tuvimos que conformar con algo de ensalada de pasta y unas hamburguesas vegetales que no eran de lo más apetecibles.
A la vuelta al hostal sacamos un par de fotitos del lago totalmente de noche en las que sin embargo se podían distinguir la silueta de uno de los dos volcanes que presidían el mismo:
El día siguiente nos obsequió con una mañana espectacular, sin una sóla nube en el cielo, y por fin pudimos comprobar el por qué Aldous Huxley (el de Un mundo feliz) había definido a Atitlan como el "lago más hermoso del mundo" pq la verdad es que era impresionante:
Además, en contraste a la tempestad del día anterior se respiraba una paz y tranquilidad en el ambiente muy relajante, así que nos tiramos allí un buen rato simplemente observando el lago y a sus gentes, viendo por ejemplo como las madres indígenas acompañaban a sus hijos al embarcadero para tomar el barco que les llevara a la escuela:
Pasado el rato decidimos ir a explorar un poco las orillas del lago y tomamos una senda sin saber muy bien donde nos podía llevar, siempre con la orilla del lago a la vista:
Tras caminar y caminar, llegamos de pura casualidad a un hospedaje regentado por un español y su novio inglés donde paramos a tomarnos un delicioso desayuno en una espectacular terraza desde la que se divisaba todo el lago y en cuyos cojines aprovechamos para echarnos una siestita mañanera:
Tras recuperar fuerzas continuamos caminando disfrutando de la magnificencia del lago y de sus bellísimas vistas:
Hasta que nos cansamos y pensamos que era buen momento para volver al pueblo. En ese momento decidimos que ibamos a volver a Antigua esa misma tarde pq aunque había varios pueblos para visitar en el lago lo cierto es que a mi personalmente me apetecia avanzar un poco en el viaje e ir a algún otro sito más que seguir en el Atitlan.
Cuando llegamos al pueblo nos enteramos que hasta pasada una hora y pico no iba a partir otro barco de regreso, así que yo me quede tomando una coca-cola y admirando el lago mientras que Vivu marchó cámara en ristre a pasear por las calles del mismo y por supuesto para fotografiar a todo lo que se le puso a tiro:
Cuando llegamos de vuelta a Panajachel, rápidamente nos salieron un par de individuos que se ofrecieron a llevarnos a Antigua aunque por unos precios desorbitados en comparación a lo que habíamos conseguido para ir allí. Intentamos contactar varias veces con la agencia con la que habíamos venido pero era imposible, así que cuando ya estabamos casi resignados a aceptar que nos timaran, milagrosamente aparecieron dos chicas que iban a Ciudad de Guatemala tras haber pasado el fin de semana en Atitlan que muy amablemente se ofrecieron a llevarnos sin pedirnos nada a cambio.
El viaje hasta Antigua resulto muy agradable pues la guatemaltecas eran agradabilísimas y no pararon de contarnos cosas en las varias horas que pasamos dentro del coche.
Ya en Antigua intentamos volver a hospedarnos en el hotel en el que habíamos estado anteriormente pero estaba completo así que nos fuimos a uno cercano donde descansar a la espera de un nuevo día que había de conducirnos hasta nuevas aventuras por las hermosas tierras de Guatemala.
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