Después de otro insufrible viaje que superó con creces la decena de horas aunque ya ni recordamos por cuanto exactamente llegamos a la ciudad de Chachapoyas que como estaba situada de nuevo en el interior del pais a cerca de 2500 metros de altura nos recibió con ese frio que tanto "echabamos de menos".
Chachapoyas es un pueblo de unos 20mil habitantes tan feo que no merece la pena ni pasear por sus calles, y este ni siquiera tiene la vista de los nevados que tenía el también poco agraciado Huaraz:
Afortunadamente en sus proximidades hay un montón de atractivos que hacen que merezca la pena su visita empezando por la fortaleza de Kuelap, objetivo principal de nuestra incursión en esta región del Perú.
Así que como la ciudad no tenía mayor encanto, la tarde que llegamos la dedicamos a descansar del pesado viaje y a contratar la excursión con una agencia para ir al día siguiente a visitar la citada Kuelap.
Por lo que muy temprano a la mañana ya estabamos en camino ansiosos por llegar cuanto antes a nuestro destino y bastante preocupados pq el día era horrible y era muy posible que una vez en el lugar la visibilidad fuera nula por la lluvia que nos acompañaba.
Lo que no sabíamos es que el mayor de los obstaculos que teníamos que vencer para disfrutar de Kuelap no iban a ser las inclemencias meteorológicas, sino q antes de siquiera tener que preocuparos de lo mucho o poco que se iba a ver en el lugar, teníamos que apañarnosla para superar el impresionante derrumbe de piedras que bloqueaba totalmente nuestro camino:
Como ningún coche podía pasar ni para un lado ni para otro, al final lo que decidimos fue contratar los servicios de un fulano que se nos ofreció a llevarnos desde el otro lado del derrumbe hasta las ruinas, el cual, dicho sea de paso, hizo el agosto pues por transportarnos durante 20 kms nos cobró la nada despreciable cantidad de 100 soles (a dividir entre las 6 personas que hacíamos la excursión)
... Y lo peor de todo fue que tuvimos que ir 8 en un coche con capacidad para 5 por unas curvas con unos precipicios a los lados que quitaban el aliento y con la carretera en unas condiciones tan malas que todavía no me explico como es que no nos quedamos pinchados en alguno de los "invisibles" baches repletos de agua que tuvimos que atravesar.
Bastante mareados por el viajecito llegamos a unos 400 metros del sitio arqueológico desde donde teníamos que continuar a pie ... había barro por todas partes y la lluvía seguía cayendo incesantemente así que nuestros peores augurios parecía que se iban a cumplir y que la visita a Kuelap iba a ser bastante decepcionante.
Kuelap es una fortaleza militar de tiempos preincaicos construida por la cultura de los Chachapoyas que resulta absolutamente impresionante por la altura de sus muros y por el tamaño y cantidad de construcciones que hay detras de los mismos.
Como si de un milagro se tratase, nada más cruzar sus puertas (que podeís ver más arriba) las nubes se empezaron a abrir y pudimos disfrutar por primera vez desde que llegamos a Chachapoyas de un sol esplendido lo que hizo que nuestra visita fuese genial.
Además el guía que nos tocó en suerte resultó ser magnífico (sobrino por cierto del arqueólogo que se encargo de los principales trabajos de restauración del sitio) y nos explicó infinidad de cosas sobre el lugar y la cultura de los Chachapoyas.
Absolutamente maravillados, y preguntandonos sobre como era posible que los antiguos Chachapoyas hubieran podido transportar toda esa cantidad de rocas hasta los más de 3000 metros en los que se encuentra situado la fortaleza paseamos por su recinto disfrutando de su magnificencia.
Aprendiendo entre otras cosas que además de fortaleza la ciudad sirvió como centro administrativo y religioso de la mencionada cultura y que en su interior y a las afueras de sus muros se constituyó una ciudad con miles de habitantes.
Y así sin desperdiciar la oportunidad de hacerle una foto más a sus impresionantes muros pusimos rumbo de nuevo hacia la ciudad de Chachapoyas.
En coche llegamos hasta la localidad de San Pablo desde donde en teoría tras tres horas de caminata (pero eso haciendolo muuuuy despacio) había que llegar al lugar donde nos esperaba la catarata.
Llegados a este punto tengo que hablar de la pareja de limeños que nos acompañó. Ambos debían pasar la cincuentena y para nuestra desgracia no hicieron caso del consejo del guia que tras verle caminar 4 pasos les recomendó que hicieran el camino a lomos de un burro ... pero la señora quería caminar ... la señora ... mi refinada educación en los más selectos colegios cacereños me va a impedir llamar a esta señora Vacaburra, pero nadie me podrá acusar de faltar a la verdad si la defino como G O R D A, así en mayusculas y con todas las letras.
El ritmo que llevaba la G O R D A era tan lento que tardamos mas de 4 horas en llegar al punto desde el que teníamos que doblar para ir hacia la catarata (en realidad nosotros llegamos en 3 horas pero yendo a paso de tortuga y estuvimos otra hora esperando). Por lo menos el camino era hermosísimo y pudimos hacer fotos como esta:
Cuando por fin consiguió trasladar esa inmensa mole que tenía por culo la susodicha señora el guia nos indicó como acceder al mirador desde el que se veia la totalidad de la catarata (que constaba de dos saltos dicho sea de paso)
Y como si el destino quisiera cobrarse la factura por haber hecho que el dia anterior se despejara todo de forma milagrosa para nuestro mayor regocijo y disfrute de Kuelap, de repente empezó a llover, al principio muy timidamente por lo que tras grabar el siguiente video por si las moscas ...
... salimos disparados como almas que lleva el diablo para llegar al pie de la primera caida antes de que empezara a llover más fuerte.
Desafortunadamente fue imposible pq a los dos pasos empezó a caer un diluvio de magnitudes épicas del que nos refugiamos como pudimos debajo de unas rocas ... tras esperar casi una hora a que parara decidimos que aunque sólo fuera por orgullo teníamos que llegar a la base de la catarata asi que luchando contra todos los elementos desatados del mundo caminamos el poco trecho que nos quedaba bajo la lluvia torrencial y vimos la catarata a 10 metros, aunque tal era la cantidad de agua que llevaba y que salía despedida con una fuerza impresionante en todas las direcciones que no pudimos ni hacerle una foto de recuerdo.
Iniciamos el camino de vuelta con una impotencia enorme ... por un lado culpabamos a la G O R D A pq si ella no hubiese estado habríamos tenido tiempo de sobra no sólo de ver la caida de la catarata tranquilamente, sino de bañarnos en el lago que se formaba entre las dos caidas y además de haber podido subir hasta arriba del todo desde donde nos aseguraron la vista era impresionante ... Y por otro lado nos culpabamos a nosotros mismos por haber hecho caso al guia y esperarle cuando el camino estaba tan marcado que era imposible perderse (claro que esto lo supimos a posteriori y tras las experiencias que habiamos tenido no quisimos arriesgar)
Y cuando nos dimos cuenta había parado de llover y casualmente estabamos justo al lado del mirador de la catarata así que nos animamos a volver al mismo a echarle una ultima miradita a la misma:
Incluso por un momento estuvimos tentados de dar la vuelta para ver si ahora sin la lluvia era posible ver mejor el asunto pero la niebla cada vez subía más por lo que desistimos de seguir con la aventura y regresamos al punto de partida.
En el que por cierto tuvimos que esperar como otras dos horas más, pues si a la G O R D A le había costado hacer la subida, el volver con todo el barro y el cansancio acumulado le costó aun muchisimo más así que no nos quedó más remedio que aguantar hasta que finalmente aparecieron nuestros querido amigos limeños.
Y las desgracias de ese día no acabaron ahí. Como era Sabado y pese al cansancio acumulado decidimos salir un rato por la noche y mientras nos tomabamos una cerveza no se nos ocurrió mejor idea que dejar en un rincón nuestras viejas (y sucias) sudaderas (camperas para los del otro lado del atlántico) aunque esos dos detalles no fueron inconveniente para que algún listo nos los robara con lo que ese día nos fuimos a acostar con una mala leche más que considerable.
Al día siguiente partíamos para Chiclayo de nuevo por la noche por lo que lo dedicamos para ir a visitar el cañón de Huancas, una localidad muy cercana a Chachapoyas, el cual era realmente magnífico:
Y con un sentimiento de alivio enorme abandonamos Chachapoyas en un viaje que nos iba a llevar unas 16 horas, 14 hasta Chiclayo del que sólo conocimos su estación de buses y otras 2 hasta la ciudad de Piura, la que a la postre sería la última que visitaríamos en el Perú y en la que estuvimos tres días haciendo nada excepto descansar y recuperarnos disfrutando de su agradable clima y de poco más pues la ciudad no tenía demasiado para visitar ... aunque por supuesto tenía una hermosa catedral:
Y una estatua en homenaje a Francisco Pizarro bajo la cual no tuve más remedio que inmortalizarme:
Y de ahí (viajando nuevamente de noche) pusimos rumbo a un nuevo pais: Ecuador, y más concretamente hacia la ciudad de Guayaquil donde habíamos quedado en encontrarnos con Alicia, la mamá de Vivu, que iba a pasar unos días con nosotros en la costa pacífica de Ecuador ...